En la historia de la moda las primeras modelos en alcanzar popularidad aparecen en los años 20, para más tarde y a lo largo de dos décadas ser reemplazadas por las estrellas de Hollywood y las damas de la alta sociedad.LISA FONSSAGRIVES, la inteligencia elegante

Solo a partir de la Segunda Guerra mundial y en el momento en que Christian Dior lanza el “New look”, volverán las maniquíes profesionales que alcanzan gran popularidad hasta llegar a ser celebridades y alcanzar el estatus de mitos, tal y como las conocemos hoy.

En la década de los 40 aparece Lisa Fonssagrives, la mujer angulosa, culta, algo snob y de gran inteligencia que apareció en más revistas de moda que ninguna otra modelo en las décadas de los años 30, 40 y 50, cuando todos los grandes de la fotografía — George Hoyningen-Huene, Irving Penn, Man Ray, Horst, Erwin Blumenfeld, George Platt Lynes, Richard Avedon, Norman Parkinson, Lillian Bassman, etc. la reclamaban para las editoriales de moda de Vanity Fair, Life, Time y Vogue.

La modelo sueca va a convertirse en el esencia de la sofisticación y el éxito. Considerada la primera supermodelo, recopilando parte de sus posados se puede hacer una colección de los grandes fotógrafos de moda. De sí misma afirmaba que sólo era una buena percha, que lo importante eran los modelos que lucía. Poseedora de una cintura de 50 cms, que mantuvo a lo largo de muchos años, y su porte elegante la hicieron el ideal del mundo de la moda.

Fonssagrives nació en Suecia y de niña sus padres la matricularon en arte y danza. En Berlín la mítica bailarina Mary Wigman fue su profesora y al regresar a Suecia, abrió una escuela de ballet. Más tarde al trasladarse a Paris en la escuela de la Princess Egorova, conoció a Fernand Fonssagrives también bailarín, quién a su vez le preparó como modelo. Ella diría que posar para él era una manera de “seguir bailando”, y quizás por ello, lo eligiera como compañero de su vida hasta su divorcio en 1950.

El fotógrafo Willy Maywald la descubrió en un ascensor y le pidió que posara como modelo para él. Esas tomas fueron enviadas a Vogue y  el fotógrafo Horst tomó algunas fotografías de prueba con ella. De corta estatura, conseguía aparecer imponente y su estilo distanciado y elegante hizo que al llegar a Ámerica en 1939, lo hiciera como «la más cotizada y más reconocida modelo de alta costura”.

Mujer adelantada a su época, estandarte del feminismo e iniciadora de toda una generación en las pasarelas, Lisa se divorció y volvió a casarse con el también fotógrafo Irving Penn con quien pasó el resto de su vida hasta que falleció en 1992 rodeada del glamour y la fama que acompañaron toda su existencia.

Crear estilo, influir en las tendencias, sorprender, no es patrimonio de todas las modelos que desfilan por una pasarela. Como en todas las actividades, las hay que destacan por encima de las demás y marcan la “diferencia”. Si difícil es hoy despuntar, no debió ser nada fácil allá por 1940.

Junto con Irving Penn –llamado el Picasso de la fotografía-, han legado algunas de las más excepcionales fotografías de moda, contándose por cientos los retratos de Lisa que consiguen cifras millonarias en las subastas de fotografía.

En el 2008 el diseñador John Galliano, diseñó una colección para Dior inspirado en esta fabulosa modelo, confesando a la prensa que la idea de esa colección nació de una conversación que había tenido años atrás con Irving Penn, en la cual éste le hizo ver la importancia de Lisa en su trabajo fotográfico.

Apareció en más de 200 portadas de Vogue y fue una de las modelos más importantes de los años 40 y 50. Todas las modelos de esas dos décadas tenían un aspecto aristocrático, increíblemente sofisticado y maduro, una característica común de las modelos de la época. Se presentaban como estilosos cisnes, transmitían la esencia de lo elegante y cosmopolita haciendo que las mujeres las imitaran. Para los estándares modernos serían consideradas demasiado angulares, snobs y algo mayorcitas. Pero en los años 50 ellas representaban el sumun de la elegancia del mundo de la moda.

Tras su retirada, Fonssagrives no dejó de crear belleza. Primero diseñó moda y luego se dedicó a la pintura y la escultura, exponiendo en las mejores galerías de Nueva York. Tenía talento para el posado, su elegancia aprendida en los museos es de tal belleza y personalidad que no es pose sino creación.

 

Por Lola Garrido