Si hay un traje de hombre elegante y alegre esa es el esmoquin. Al contrario del frac o del chaqué, este solo se viste en momentos lúdicos y felices . Sea una entrega de premios, una recolección de fondos o, como es en estas fechas, la llegada de un Nuevo Año, descolgar el esmoquin del armario es la antesala de muchas horas de diversión.
Aunque el esmoquin, como el resto de las prendas del atuendo formal, no ha sufrido una gran transformación desde sus orígenes, quienes quieran reinterpretar sus centenarias líneas podrán hacerlo, con cierta cautela, jugando con su corte y color. Por ejemplo, una chaqueta de terciopelo negra puede quedar muy elegante con un pantalón de tartán verde. Igualmente, una smoking jacket granate con pasamanería de botonadura 4×2 combinaría elegantemente con un pantalón gris y sus costuras ocultas en seda. Dicho esto, tengamos en cuenta que la probabilidad de equivocarnos dependerá mucho de nuestro estilo innato. Si no se quiere correr riesgos, o la ocasión requiere de formalidad, el clásico esmoquin sigue siendo la opción más segura. No obstante, también dentro del corte clásico existen diferentes opciones entre las que escoger y serán los menos extendidos y mejor confeccionados los que añadan un plus de estilo a la corbata de lazo.
¿Esmoquin cruzado o sencillo?. ¿Con fajín o chaleco?
La mayoría de los esmóquines se hacen hoy acompañar de fajín. Aunque esto es perfectamente válido, el chaleco introduce un toque especial al conjunto haciéndolo al mismo tiempo más elegante. Al contrario de lo que pudiéramos pensar, el esmoquin de chaqueta de hilera sencilla resulta más formal que el cruzado. Esto es así porque tanto el fajín como el chaleco permiten dejar la chaqueta abierta, mientras que la chaqueta cruzada en ningún momento puede desabotonarse. No nos sorprenda que la chaqueta no lleve aberturas. Debido a que esta prenda se diseñó pensando en que sería vestida la mayor parte del tiempo estando de pie se decidió prescindir de ellas. De seis botones la mejor opción para el cruzado y solo uno para la de hilera sencilla.
Sus solapas: ¿redondeadas o de pico?
Ambas son correctas aunque las terminadas en pico se consideran más formales por heredar dicha terminación de las de su hermano mayor, el frac. Por su lado, las redondeadas son perfectas para las fiestas al aire libre, fiestas que suelen ser más informales y cuya “informalidad” acepta de buen grado este tipo de solapas. De hecho, rápidamente después de que el Duque de Windsor las eligiera para su esmoquin cruzado, la burguesía británica las empezó a vestir en las fiestas que celebraban en sus colonias durante el tiempo estival. Las vistas tanto de las solapas de pico como de las redondeadas deben estar rematadas a seda. El motivo hay que buscarlo en la propia historia de esta prenda. La smoking jacket o chaqueta de fumar se creó para vestirse sobre la ropa de calle y evitar de esta manera que el humo impregnara de olor a tabaco el resto de la ropa. Los cigarros llegan a mantener una cantidad importante de ceniza que al caer puede incrustarse dentro del propio tejido siendo imposible luego extraerse. Sin embargo, la seda consigue que la ceniza resbale por ella cayendo al suelo sin llegar a manchar la chaqueta. Los más sibaritas seguro que hacen coincidir esta seda de las vistas con las de las costuras del pantalón, la de la corbata de lazo, la del vivo de las costuras del chaleco y hasta con las del lazo de las opera pumps.
¿Solo puede ser negro?
Aunque los esmóquines de fantasía y las chaquetas de fumar admiten otros tonos, si hemos optado por un esmoquin de corte clásico solo el negro o el conocido como midnight blue son correctos. Esto es extensible también a la corbata de lazo, al pantalón y al chaleco. La lana sigue siendo el tejido más popular y versátil.
¿Sirve cualquier “pajarita”?
No todas las pajaritas son iguales. Las podemos encontrar con sus extremos rectos, curvos o en pico consiguiendo cada una de estas terminaciones una corbata de lazo muy diferente. Se prefiera una u otra, lo que sí se debería intentar es que esta fuera de una sola pieza y fuera nuestra destreza, y no un clip metálico, la única responsable de conseguir un nudo u otro. Una mala elección de la corbata de lazo puede arruinar todo el conjunto. Por ello, debería ser imperativo prescindir de las del tipo “one size fits all” donde un clip es clip es el responsable de ajustarla a la medida de nuestro cuello. Tendríamos que intentar que quedara encuadrada entre los extremos del cuello de la camisa y no sobresaliera de ellos.
Aunque pudiera parecer obvio, tengamos en cuenta que con el esmoquin no se puede vestir una camisa blanca estándar. Por el contrario, además de ser de gemelos debería mostrar una pechera de piqué. Sus botones no estarán cosidos sino que serán del tipo joya poniéndose y quitándose las veces que se vista la camisa. Intentemos que botonadura y gemelos o sean iguales o combinen entre ellos. Los más clásicos encontrarán en el cuello diplomático un buen aliado para su estilo. Los zapatos Oxford en terminación charol son perfectos aunque las conocidas como opera pumps, además de ser muy cómodas, son el modelo más fino. También podemos restar formalidad al esmoquin introduciendo un toque desinhibido con unas slippers, zapatos de terciopelo que en contra de lo que se pueda pensar ya eran populares en los años 20.
Los complementos serán los responsables de poner el broche final. Un pañuelo de seda o lino blanco, unos calcetines – en este caso negros y a ser posible de seda 100% – y una bonita botonadura es todo lo que necesitamos para destacar sobre los muchos esmóquines que veremos estas fechas. Antes de terminar tengamos en cuenta que a lo largo de los años surgirán situaciones donde nos pidan vestir esmoquin y tenerlo en propiedad es más que aconsejable. Además, una de las grandes ventajas de esta prenda es que no envejece, lo que hace que su compra o, incluso mejor, su confección a medida, sea una decisión muy acertada.
Por José María López-Galiacho González