El deporte es una importante fuente de inspiración para el verano 2014. Las firmas de moda, tanto de lujo como Prada o Céline para mujer o Givenchy y Louis Vuitton para hombre como las adictas al street style como Marc Jacobs o Dries Van Noten, se han dejado seducir por una de las estéticas más transformadoras de la moda del siglo pasado.
Por lo que dicen las pasarelas, todo apunta a que en la próxima temporada los armarios van a dedicar un espacio importante a sudaderas, impermeables, polos, pantalones de boxeo y un largo etcétera de piezas que, lejos de ocultar su origen deportivo, lo exhiben con orgullo. Razón no les falta, porque el verano 2014 será su momento. Aunque en los últimos tiempos los ejemplos no han dejado de sucederse: desde la creación de Y-3, suma del talento de Yamamoto y Adidas en 2003, a las recurrentes referencias de Nicolas Ghesquière en las colecciones de la firma Balenciaga, quien declaró en las pocas ocasiones que concedió entrevistas que el deporte, junto a la ciencia ficción, eran sus grandes fuentes de inspiración. Además, lejos de ser una moda pasajera, los gurús de las tendencias anuncian que hay deporte para rato. Eso sí, filtrado por el gusto y criterio de sus artífices, los diseñadores. Ellos son los encargados de hacer la traducción atractiva que va de las canchas, estadios y rutinas deportivas a la calle. Una fórmula que, como un mantra, vuelve sucesivamente a filtrarse en los ateliers creativos para reinterpretar con la sensibilidad del momento los códigos de color, líneas depuradas y comodidad que la caracterizan desde los inicios del siglo XX.
Fue entonces cuando se crearon muchas de las prendas que a día de hoy descansan en el guardarropa contemporáneo, tan acostumbradas a la calle y a la vida cotidiana que resulta fácil olvidar su pasado deportivo. El loden y la gabardina para la práctica del ciclismo y el automovilismo, la chemise Lacoste para el tenis, el pantalón marinero, la zapatilla de loneta, la camiseta de rayas, los vestidos para jugar a golf, los cómodos pijamas y los monos de punto para ir en barco son solo algunos de los ejemplos que ilustran la estrecha relación ya centenaria que guarda el deporte con la moda.
El hecho de que la comodidad cobrara especial importancia en la moda del siglo XX desde sus inicios fue probablemente determinante para que los códigos del deporte se fueran filtrando en las pasarelas, aunque lo que lo hizo irresistible fue cómo éste se convirtió, en las primeras décadas del siglo pasado, en el símbolo de un estilo de vida que tan sólo las clases sociales más acomodadas se podían permitir. Millonarios, burgueses y aristócratas que disfrutaban de su ocio al aire libre practicando la natación, la vela, el tenis, la hípica o el golf entre otros deportes y que con un saludable bronceado conseguido en lugares de vacaciones como Deauville, la Costa Azul, la Ribiera Italiana, Palm Beach o los ranchos del Oeste americano apartaron a un lado la palidez como ideal de belleza. Por primera vez en milenios tener la tez dorada ya no era signo de trabajar en el campo, sino de pasar los inviernos de crucero en el Caribe. Gabrielle Chanel fue una de sus pioneras en lucir un rostro bronceado, como lo fue también de la práctica de dichos deportes, lo que le inspiró para elaborar un lenguaje de moda nuevo, de conjuntos de punto para pasear por las playas, jodhpurs y camisas para montar a caballo, amplios cárdigan y faldas para las excursiones por la montaña, que nutrían el guardarropa de las más estilosas y elegantes en sus largas y glamurosas sesiones deportivas.
Y es que la moda se ocupó de llenar los baúles de esta exquisita clientela cada vez más numerosa y necesitada de opciones para vestir su ocio. El embrión de un estilo esencialista que incorpora nuevos tejidos y que combina líneas depuradas con materiales de lujo. Aspectos que caracterizarían tanto la moda del siglo XX como la del XXI.
Chanel, Patou, la gran Vionette, Schiapparelli y la misma Jeanne Lanvin serían algunos de los nombres que se pondrían manos a la obra para realizar, con los códigos de la moda, las prendas de este nuevo género, abriendo secciones en sus boutiques dedicadas al deporte. Algunos de ellos vestirán a las estrellas del momento como Gienna Collet, la primera campeona americana de golf, que recibió en 1929 el trofeo con un suéter de la mítica colección Trompe l’Oeil de Elsa Schiapparelli, con la que esta saltó a la fama. Gienna y la también tenista Suzanne Lenglen, fueron musas y fuentes de inspiración tanto para la visionaria Elsa como para algunos de los diseñadores más importantes del momento. Lenglen acaparó la portada de diarios y revistas en 1925 vestida con un cómodo suéter y una falda plisada diseñados por Jean Patou, que le permitían una total movilidad en la cancha. Estiloso uniforme con el que consiguió la sexta victoria de Wimbledon. Ni que decir tiene que el corsé había desaparecido de la “bolsa de deporte” de tan estilosas atletas desde principios del siglo XX, siendo Paul Poiret uno de los artífices más activos de este nuevo género (por cierto, el mentor y protector de Elsa Schiapparelli). Años más tarde, en 1931, la creatividad de Schiap volvió a levantar polémica, con el modelo de túnica y falda pantalón de punto de seda que diseñó para la tenista española Lili de Álvarez que jugaba el North London de Highbury. Luego llegaron las colecciones de entreguerras que integraron el gorro tirolés y el loden, tan comunes en las estaciones de invierno del Tirol, en las propuestas de la diseñadora italiana. Y es que el deporte traía consigo el germen de la transformación con una necesidad de comodidad que equilibró para siempre la complicada combinación entre estética y confort, no resuelta hasta la década de los años veinte del siglo XX. Traía también el germen de la experimentación, incorporando rápidamente materiales como el loden, la gabardina, el caucho o el tricot de lana en prendas que, gracias al talento de los diseñadores, saltarán al guardarropa deportivo para transformar a la larga la moda. Y traía el germen de la imaginación y la creatividad que todavía seduce a los diseñadores contemporáneos para realizar sus propuestas. El verano 2014 es un buen ejemplo de ello. À suivre!