Alexey Brodovitch ha sido una de las influencias más importantes en la cultura visual de la segunda mitad del siglo XX. Nacido en Rusia en el año 1898, durante la guerra civil logra huir hacia Francia, donde comenzaría a hacer sus primeros trabajos en las artes gráficas. Su primer premio lo ganó compitiendo por el diseño del afiche Le Bal Banal, lo que le supuso un gran reconocimiento. Pronto abre un estudio llamado L’Atelier y llega a ser uno de los diseñadores más reconocidos de París.
En los años 30 se muda a Estados Unidos, más específicamente a Filadelfia, donde empieza su carrera como profesor en el Design Laboratory, un taller experimental para descubrir nuevas técnicas y soluciones para el diseño.
Contratado por la célebre Carmel Snow y junto con Diana Vreeland formarían un equipo que cambiaría Harper’s Baazar por completo, conjuntando el diseño editorial con las grandes fotografías de Richard Avedon, Irving Penn, Martin Munkácsi, Robert Frank, Cartier-Bresson, Hebert Matter, etc, componiendo el panteón más ilustre de la gran fotografía de moda del siglo XX.
Director de arte revolucionario de la revista Harper’s Baazar en su cenit (1934-1958), educador de alumnos a los que incitaba al riesgo, desarrollador de talento de algunos de los fotógrafos más reconocidos y respetados en la historia reciente, y fotógrafo de un único libro sobre ballet, en el que desencadena todo el potencial expresivo de este medio. Brodovitch compuso algunas de las páginas más bellas de las revistas de moda.
En los 25 años que pasó en la revista la convirtió en el arquetipo del modernismo. Cargado de una inquietud que no le permitía estar quieto, ni pensar sentado, ese movimiento lo traspasó a las páginas más vanguardistas que han dado las revistas de moda.
Durante años fue revolucionando el concepto y el diseño de la revista. Introdujo fotógrafos como Cartier-Bresson, Robert Frank, Brassaï y Bill Brandt todos europeos, para una audiencia americana no acostumbrada a ese tipo de imágenes. Creó un nuevo diseño con unas páginas que tipográficamente y fotográficamente han sido copiadas, plagiadas y destrozadas por diseñadores de todo el mundo.
Alexey Brodovitch será reconocido como uno de los que más hizo por la creatividad editorial tal y como conocemos hoy. Como dijo Irving Penn: “todos los diseñadores, todos los fotógrafos, todos los directores de arte, aún aquellos que no lo conozcan, son alumnos de Alexey Brodovitch”.
Si ver es haber visto, Brodovitch no hizo otra cosa en su vida que mirar mucho para ver más. Como profesor o director de arte siempre trataba de demostrar la primacía de la frescura e inmediatez visual. Fascinado con la fotografía, la convirtió en la columna vertebral del diseño moderno editorial, y fomentó el desarrollo del estilo expresionista, convirtiéndolo en el estilo dominante de la práctica fotográfica de la década de los 50’s. Uno de sus lemas era “la enfermedad actual es el aburrimiento, y sólo es posible curarlo con la invención y la creatividad arriesgada”. Y añadía ”la inteligencia sumamente alerta es intuición, que es la única y verdadera guía de la vida”.
Brodovitch es el “zar”, el modelo esencial de director creativo de la revista de moda. No se limitó a organizar y componer fotografías, ilustraciones y texto en las páginas, sino que tomó parte activa en la concepción y puesta en marcha de todas las formas de arte gráfico, especializándose en descubrir y mostrar el talento de jóvenes desconocidos. Su asistente en Nueva York era un jovencísimo Irving Penn. Richard Avedon y Hiro son otros de los fotógrafos cuya obra fue posible gracias a su infalible ojo. Su impacto en la imagen a través de las páginas de Harper’s Baazar fue tan grande, que pasó a ser una celebridad mayor que la de los fotógrafos o las modelos de la revista.
Odiaba los lugares comunes en fotografía. Para él, lo principal era lograr una forma nueva de comunicar y que además esta forma contuviera la esencia del “problema” planteado. Alcohólico y fumador, “bon vivant”, incondicional con sus preferidos, despreciativo con los que no destacaban, dictador del diseño y de las fotos, reinó años al frente de la dirección de arte.
Son escasos los momentos de la historia, en los que un grupo formado por Brodovitch, Snow, Vreeland, Munkácsi, Penn, Hiro y Avedon, coinciden haciendo una revista. Fue un momento único, que impregnó de belleza, talento y vanguardia el Harper’s, para dar forma a las más exquisitas e icónicas páginas de la historia de la moda.
Sigue siendo el “zar”, del que todavía se siguen recibiendo ideas.