Bert Stern el considerado fotógrafo de las estrellas y, sin duda, el más envidiado por la profesión, falleció el pasado junio en Nueva York a los 83 años.
Si Marilyn Monroe ha sido posiblemente la estrella más fotografiada del pasado siglo, Stern fue el único que pudo encerrarse con ella en el hotel Bel Air de Los Ángeles en 1962, por encargo de Vogue, semanas antes de que la actriz muriera por una sobredosis de barbitúricos. Estaba tan relajada en la sesión que se dejó fotografiar incluso la cicatriz de una intervención reciente de vesícula. Siempre quiso mostrar su lado más sexy y su lado más vulnerable.
Marilyn estaba pasando una mala racha, había acabado “The Misfits”, se había separado de Miller y era un momento de pastillas y adicción de las que tampoco se libraba el fotógrafo.
Stern le miraba a los ojos -no a otro lado- y ella se sentía segura, y precisamente esa complicidad hizo que pasara a la historia como uno de los más recordados. Posó desnuda envuelta en bufandas, perlas, en la bandera americana y las sábanas durante sesiones de doce horas, a lo largo de tres días. Las imágenes en blanco y negro se convirtieron en los retratos más privados y emocionales jamás tomados. A lo largo de las sesiones, Stern disparó cerca de 3.000 fotogramas de la actriz. Vogue decidió utilizar las imágenes en blanco y negro en lugar de los desnudos de color. Stern dijo que al editarlos encontró algo inquietante y triste en ellos. Ese lunes de Agosto, ella moría. Por ello esas últimas imágenes se convirtieron en icónicas.
Bert Stern sufrió adicciones y desastres emocionales después de ese año y cayó en una espiral autodestructiva. Su matrimonio con la bailarina del New York City Ballet Allegra Kent, se agotó al mismo tiempo que sus finanzas. Huyendo de Hollywood se desplazó a España, a Mijas a vivir una temporada.
En nuestro país se dedicó a editar un libro con muchas de esas fotografías vendiendo dieciocho millones de copias. El éxito y el trabajo hicieron una labor de recuperación por lo que a su regreso a Nueva York retomó su carrera con el mismo éxito.
En 1983 a través de un amigo, conoció a Shannah Laumeister, a quien fotografió. Algunos años más tarde, se convirtió en su pareja, casándose en secreto el año 2009.
El pasado año, Shannah dirigió el documental “Bert Stern:Original Mad Man”, estrenado con enorme repercusión mediática gracias al tirón de la serie televisiva, del mismo título. A la edad de 25 años era ya el fotógrafo más deseado de Madison Avenue, de Hollywood y del mundo de la moda. Conoció el éxito exactamente igual que Dan Drapper, el publicista de “Mad Man” que en su doble acepción significa “loco” pero también hombre de Madison Avenue.
Como los hombre de la publicidad que salen en la serie, vivió siempre al límite de las posibilidades: trabajar al borde del alcoholismo, tener un marcado interés por el sexo y tragar innumerables pastillas para sus depresiones.
Bert era un hombre que tuvo a las mujeres pero una de ellas se llevó a sus hijos. Era un fotógrafo sumamente atractivo. Comenzó como repartidor de correo en la revista «Look», donde enseguida se hizo amigo de un joven fotógrafo de la plantilla: Stanley Kubrick. El despegue de su carrera y la edad de oro de la publicidad ocurrieron al mismo tiempo. Stern, con su campaña para Smirnoff «Driest of The Dry», contribuyó a vender más vodka de lo que Smirnoff jamás se pudo imaginar. A la edad de 25 años era ya el fotógrafo más deseado de Madison Avenue, de Hollywood y del mundo de la moda a escala mundial. Exactamente igual que Dan Drapper, el publicista de “Mad Man” título que en su doble acepción significa “loco” pero también hombre de Madison Avenue.
Stern estuvo en el origen de lo que se bautizó como ‘evolución creativa’ del mundo de la publicidad y, junto a Irvin Penn y Richard Avedon, fue de los primeros fotógrafos estrella. Fotografió a las que en aquel momento eran consideradas las mujeres más bellas del mundo (Jane Shrimpton, Audrey Hepburn, Suzie Parker, Brigit Bardot, Twiggy, Liz Taylor). En sus mejores momentos afirmaba que «su vida era en un sueño». Hubo momentos en que fue expulsado del paraíso.
La directora y su pareja, Shannah Laumeister, repasa en el documental la vida de Stern y cuenta, además, su historia de amor con el fotógrafo, la única relación larga que ha tenido en su vida. Bert Stern se desnuda ante las cámaras sin pudor, hablando de sus amores y de sus éxitos sin eludir los momentos más oscuros de su biografía.
Por Lola Garrido