Como la economía de los países se desacelera, hay que buscar valores seguros para intentar que los “defaults” no se hagan presentes en las carteras de inversión, por eso hay que volver los ojos al arte.
Las subastas de invierno se esperan siempre con gran expectación; nada es seguro, excepto los grandes nombres del arte. Y dentro de estos, el contemporáneo sigue su andadura dejando cifras de vértigo a su paso. Los coleccionistas de todo el mundo siguen pagando millones de dólares por los “blue-chips” -artistas marcas- como Franz Kline, Jeff Koons, Jean-Michel Basquiat o Richard Diebenkorn, por citar algunos.
Porque hay algunos que ya se escapan a las inversiones de los que no figuren en el top de los billonarios de Bloomberg. El ejemplo tenemos en una serigrafía de Andy Warhol «Estatua de la Libertad», que se vendió por $ 43,7 millones con impuestos, y es que se publicitó mucho del hecho de que los colores rojo y verde creaban un efecto 3-D. El caso es que era un Warhol de los más ácidos y eso también cotiza al alza. Lo bonito y fácil está mucho más barato en el mercado, pudiera ser de acorde a los difíciles tiempos que vivimos.
En dos horas y media de licitación implacable, la subasta consiguió 412,2 millones, el total más alto de la historia en una subasta de arte contemporáneo de Christie’s. En Sotheby’s la noche del martes, también fue excepcional, $ 375,1 millones.
Y hablando del Warhol, los récords caían. Más de seis personas intentaban conseguir la imagen de un sexy Marlon Brando apoyado en el manillar de su moto, la vendía Donald L. Bryant Jr., un hombre de negocios de Nueva York. Bryant había comprado la pintura en Christie en 2003 por $ 5 millones. El miércoles su estimación estaba entre $ 15 y $ 20 pero se vendió por haciendo 23.7 lo que demuestra que fue una buena inversión.
Los músicos de rock son algunos de los que han tenido ojo comprando obras fabulosas que adornadas por la publicidad y las palabras de los expertos de las casas de subastas, se hacen huecos en paredes que no están pasando crisis alguna. Un ejemplo puede ser el de Gerhard Richter, el artista alemán de 80 años de edad, que actualmente ostenta el título del artista vivo más caro en subasta, después de que una pintura que pertenecía a Eric Clapton fue vendida en Sotheby de Londres el mes pasado por 34,2 millones de dólares. Clapton, de 67 años, conocido por su trabajo con los Yardbirds y Cream, así como en solitario, tiene una extensa colección de arte.
Y hablando de palabras y publicidad, sin duda Jeff Koons es un experto y los que explican su obra, también. «Tulips», una pieza de gran formato, de cinco metros de largo, en la que se entrelazan siete tulipanes que exhiben los colores del arco iris, simbolizan «la primavera, el renacimiento, el amor y la pasión y que suponen un homenaje a todos los placeres”. Pertenece a una serie de cinco instalaciones análogas, y se ha convertido en una de los iconos de Koons (1955), fue vendida por 33,6 millones de dólares, (seguro que el lírico texto también contó).
Basquiat el chico radiante, alcanzó su mayor éxito al vender una de sus obras por 23,5 millones. Su radicalismo y furia de vivir era algo que plasmaba en sus lienzos y hay muchos tigres que se perfuman con dinamita.
Sus figuras tienen ricas asociaciones, formas impecables y materiales muy pobres. Y eso vende. Parece que la elite global cree en el arte y el dinero. Los coleccionistas de arte disfrutan viéndose reflejados en lo que compran.
El arte sube la libido y además es fácil enseñar y disfrutar. Así que de todas la inversiones conocidas, es una de las más admiradas; porque al que la posee limpia, fija y da esplendor.
Por Lola Garrido