El año 2011, las diez fotografías más caras de moda incluyen, como no podía ser de otra forma, a los tres grandes: Irving Penn, Richard Avedon y Peter Lindbergh, sin perder de vista a Helmut Newton que es el cuarto destacado.
En 2004 momento de la muerte de Avedon y Newton, se provoca una aceleración en los precios en la fotografía contemporánea, y es sin duda, el año en que la fotografía de moda pasa a ser parte consustancial en todas las subastas.
Irving Penn se convierte en uno de los más grandes desde que publica la portada de la revista Vogue en 1943. No deja de ser curioso que a lo largo de su carrera sea el rey con más de 65 portadas, y son los años en los que la moda cambia con un estilo de fotografía diferente.
Su modelo favorita Lisa Fonssagrives, acabará siendo su esposa en 1950. Una verdadera musa, que provocó algunas de las fotografías más elegantes de la moda a lo largo de los años 50.
Una de esas fotografías Woman in Maroccan Palace fue adjudicada en el pasado mes de Diciembre por 300.000 euros en Paris, y ese mismo día la titulada Harlequin Dress consiguió 220.000 euros.
Penn es a la fotografía de moda lo que Picasso a la pintura. Desde 2005 hasta ahora, en cada subasta que participa alcanza las increíbles cifras entre 2 y 4 millones de dólares anuales, lo que dista mucho de los 100.000 que conseguía en las subastas de los 90.
Es un fenómeno que nadie cree que sea momentáneo, sino más bien de un movimiento de fondo; duradero. «Empezó en 1971 con un primer círculo de iniciados interesados por la foto histórica, del siglo XIX, primitiva, posteriormente por los fotógrafos de entreguerras y a partir de 1990 por otras formas como la fotografía plástica, etcétera».
Si miramos el listado de las obras de moda que aparecen en la subasta, veremos que junto con la fotografía modernista y la contemporánea los récords no cesan de aparecer.
Es el caso de «Dovima entre elefantes» (1955). Sin duda la foto más conocida de Avedon es para él una de sus favoritas. Esta copia de exposición en gran formato –la única existente en estas dimensiones, 216,8 cm x 166,7 centímetros– estuvo presidiendo su estudio hasta el final de sus días. Un valor sentimental, casi fetichista, que explica el precio alcanzado: 841.000 euros. Un récord para el fotógrafo, fallecido en 2004.
Y también para Francia, pues es la foto más cara nunca antes vendida en una subasta gala. Es la prueba definitiva de que la fotografía de moda, menospreciada durante tiempo como una subespecie algo ligera, ha ido escalando posiciones. Hace unos años ese mismo cliché no hubiera quizás superado, los cinco o diez mil euros. «Es un género que en los últimos tres o cuatro años ha experimentado un auténtico boom», añade el responsable de las subastas fotográficas de Christie’s que confirma el alza constante, e imparable, de la cotización de este tipo de retratos.
Hasta hace apenas un lustro, sólo el alemán Horst P. Horst, uno de los pioneros en inmortalizar el mundo de la moda, podía presumir de haberse hecho un hueco entre los compradores de fotografía de colección. Más recientemente, nombres como Newton, Penn o Avedon se disparan, porque los que compran son sobre todo las nuevas generaciones, para los que la moda forma parte de su cultura.
Por Lola Garrido