Eight & Bob no sólo fue una fragancia revolucionaria en los años treinta, sino que además trastornó los códigos masculinos establecidos en la época. La inconfundible planta aromática procedente de los Andes llamada “Andrea” enriquece y le aporta elegancia y personalidad a la esencia.
Cuando Albert Fouquet, hijo de un aristócrata parisino, creó el perfume hace ahora casi un siglo, jamás pensó que su historia, envolvente y seductora, podría ser el perfecto argumento de una magnífica película ambientada en los años previos a la II Guerra Mundial.
Rondaba el año 1937 cuando una noche, durante las vacaciones del aristócrata francés en la Costa Azul, simpatizó con un joven estudiante norteamericano que recorría Francia en un descapotable: ¡increíble pero cierto, era John F. Kennedy! A los pocos minutos de ser presentados, un presumido John F. Kennedy ya se había encaprichado con la esencia que utilizaba Albert. La simpatía que desprendía Kennedy convenció a Albert para dejarle a la mañana siguiente en el hotel un ejemplar de su anónima colonia, con una nota: “En este tarro encontrarás la dosis de glamour francés que le falta a tu simpatía americana”.
Tras unas vacaciones dignas de un joven de la alta sociedad francesa, Albert recibió una carta de su nuevo amigo americano agradeciéndole el detalle y comunicándole el éxito que había tenido el perfume entre sus amistades: “Envíeme ocho ejemplares…y si su producción se lo permite, otro más para Bob”.
El espíritu perfeccionista del joven francés se extendía no sólo al perfume, sino a todo aquello que lo pudiera rodear. No cumplió con el encargo hasta que Philippe, el mayordomo de la familia, encontró en una farmacia parisina, unos frascos de cristal adecuados para depositar su fragancia. Encargó unas cajas que reproducían el estampado de la camisa que llevaba John F. Kennedy cuando se conocieron. Finalmente etiquetó frascos y cajas con la simpática petición de John: “Eight & Bob”.
Unos meses más tarde, comenzó a recibir cartas desde EEUU con peticiones remitidas por varios directores, productores y actores de Hollywood como Cary Grant o James Stewart. Todos querían la colonia “Eight & Bob” que habían conocido a través de Kennedy.
Sin apenas haber iniciado su conquista por tierras americanas, en la primavera de 1939, Albert Fouquet falleció debido a un accidente de tráfico en Biarritz, Francia. Tras la catástrofe, sólo Philippe podría atender las peticiones recibidas, aunque por poco tiempo, pues el comienzo de la II Guerra Mundial le obligó a abandonar su trabajo con la familia aristocrática francesa.
En los últimos envíos que se realizaron, Philippe escondió los frascos dentro de libros que troqueló cuidadosamente a mano, para evitar que los nazis incautaran los perfumes.
Décadas más tarde, gracias a la familia del mayordomo, se ha recuperado íntegramente la fórmula de “Eight & Bob” así como su delicado y artesanal proceso de elaboración, volviendo a ser hoy en día una de las colonias más exclusivas y preferidas por los hombres más elegantes del mundo.