Las fotografías de Testino son absoluta moda, porque se refieren a la elegancia, la belleza, el estilo, la irreverencia y la contradicción. Con su cámara ha capturado algunos de los iconos más populares de estos últimos años: desde la familia real británica a su musa Kate Moss, Lady Gaga. Sin embargo, fue el reportaje de Diana de Gales para Vanity Fair, el que le llevó a la cumbre del éxito.
Poco tiempo después de que fueran tomadas las fotografías, en las que aparecía relajada y feliz, su coche se estrelló en el Puente del Alma de París, pasando de rebelde de corte a princesa del pueblo. Su popularidad y juventud al morir, la hicieron vivir para siempre.
Mario Testino, llegó a Londres desde Perú a finales de 1970. Poseía un encanto tan suave como el motor de un Rolls-Royce, y una sonrisa y determinación que le llevaron a llamar a todas las revistas de moda, todos los días.
“Desde niño me obsesionaba la ropa, confiesa. La idea de presentar una personalidad por la manera de vestir, me atraía incluso sin cámara, y ahí encontré por casualidad mi camino hacia la fotografía de moda, existía, retrospectivamente, un elemento de destino y deseo”.
Como fotógrafo de encargo, su objetivo es siempre el de complacer. Sus imágenes – hermosas , brillantes y retocadas – son halagos visuales-, pequeños y delicados besos de admiración. Sus temas son exactamente tal y como solicitan las revistas: todas ellas, con un filtro halagador. En su mundo todos son felices, ricos y divertidos, además de delgados “of course”, con la notable excepción de Elton John.
Son fotografías para ser publicadas, y sus libros los denominados “coffe table book”, están en todas las elegantes casas en las que se leen esas revistas en las que trabaja. Sus fotografías, bien iluminadas y técnicamente perfectas; sin arrugas ni manchas, son la opción más segura para el vanidoso mundo de la moda. Si un editor de una revista, o una estrella se encuentra con la necesidad de más publicidad, entonces Testino -confiable y adorable– es el fótografo a contratar.
Sus tomas tienen que ver con la seducción, no solo la belleza o el sexo. Capturan un momento de felicidad, y hace que el que las mira piense “ yo quiero estar en ese mundo”. Eso precisamente, es lo que busca la publicidad: desear lo que Testino fotografía.
La primera vez que se reunió con la modelo brasileña Gisele Bündchen, quería fotografiarla porque «tenía esta energía que siempre parecía estar divirtiéndose. Querías estar con esa chica».
Sus incursiones en los museos con exposiciones repletas de público, ha llevado a la crítica de arte a posicionarse en contra de sus imágenes por considerarlas demasiado comerciales. Sin duda el trabajo de Testino no tiene la elegancia perfecta de Cecil Beaton o el poder oscuro de Helmut Newton. Su estilo es la ligereza y la celebración de la vida. Nada que ver con el grounge.
Tiene el aspecto de un hombre que vive una buena vida, con amplia y encantadora sonrisa casi permanente, ojos castaños claros y piel cuidada con un perfecto y ligero bronceado. Cuando trabaja lleva camisas azules, vaqueros de aspecto elegante pero “casual” y Portobello Road en Londres, ha sido su hogar durante más de 20 años. Aunque nunca está por mucho tiempo -declara que trabaja incluso los domingos- y que en los últimos siete años, el tiempo más largo que ha permanecido en un solo lugar ha sido de 10 días.
Increíblemente, después de 25 años, todavía no está saturado de glamour y confiesa que no se cansa de mirar a la belleza. “Cuanto menos bella es la persona, más difícil es el trabajo para mí”. Testino no es el tipo de fotógrafo que insista en que sus fotografías son arte, él sabe cual es su función en la industria de la moda: crear imágenes de ropa que la gente quiera.
Asegura que las tres personas más destacadas con las que ha trabajado son Kate Moss -“porque tiene una mente libre, desbordante y curiosa”-, Madonna y, cómo no, la princesa Diana de la que se convirtió en una especie de retratista oficial. De ella y también de sus hijos. El pasado octubre fue nombrado caballero de la Orden del Imperio Británico.
La felicidad sienta muy bien a Mario Testino.
Por Lola Garrido