Yves Saint Laurent demostró en vida ser un genio. Ser eterno significa adelantarse al tiempo en el que se vive, rompiendo las reglas imperantes y llegando al límite que los demás no descifran. Posicionarse en vanguardia conlleva la posibilidad de que las balas te alcancen.
Parte esencial del hecho creativo consiste en provocar. YSL lo hizo: vistió a las mujeres de cuadros de Mondrian, les puso el smoking, traje por excelencia de caballeros para hacerlas más femeninas, las hizo parecer aventureras en el desierto y las envolvió con transparencias que no dejaban lugar a la imaginación.
Posó para anunciar su colonia Pour Homme (1971) desnudándose integralmente para descubrirnos que el mejor olor es la piel. Pierre Bergé, el hombre que le acompañó en su nerviosa y difícil vida heredó su imperio, sus colecciones y su recuerdo. Era un diletante y experto en negocios. También el que sostuvo sin pausa el talento de Yves. Cuando murió, ese compañero de vida le dedicó el libro más hermoso que pueda escribirse tras una difícil y compleja relación de casi 50 años. Después de subastar todas las obras de arte que compraron juntos, recaudando 373,9 millones, considerada la colección privada más valiosa de la historia. Poco antes de fallecer, Pierre se casó con el decorador Madison Cox vicepresidente de la Fundación y heredero de todo el legado después del fallecimiento de Bergé.
Dos sedes para el legado de un genio
Para recordar el legado de Saint Laurent, se han inaugurado los Yves Saint Laurent museos. En París en el 5, avenue Marceau, la mansión Second Empire donde Yves Saint Laurent trabajó desde 1974 hasta el final de su carrera. En ella se presentará un lado acogedor, íntimo, muy “casa de alta costura”. El lugar tiene el encanto congelado de la historia en un momento en que todo se está acelerando y los grandes de la moda se decantan por lo contemporáneo y el marketing de lo “último”. Aquí se preservará la memoria y el recuerdo. Será una sede para estudiosos de la moda con sus patrones, sus dibujos además de sus fetiches, ese espacio poseerá “el aire y aura” del Saint Laurent que persiste. Como aseguró Bergé, que vivió con dos artistas “Nada reemplaza la sensación fantástica de tocar la historia del dedo”.
El otro en Marrakech, la ciudad elegida por la pareja para pasar mucho tiempo, en la calle Yves-Saint- Laurent, cerca del jardín de Majorelle que el modisto y Pierre Bergé compraron en 1980, y al lado de la villa del pintor oriental Oasis dónde vivieron. Los jardines Majorelle que son de obligada visita, fueron restaurados por Madison Cox, por lo que termina por ser un círculo perfecto, que se cierra en homenaje a un genio y al amor. Construido en ladrillo y granito de Tetuán, fue inaugurado el 14 de octubre por la esposa del rey Mohammed VI, Lalla Salma, la actriz Catherine Deneuve y Marisa Berenson. Es un centro cultural, con salas de exposición, auditorio para 150 personas, biblioteca, librería y café, dispone de 4.000 metros cuadrados para exhibir, conservar y restaurar las obras que se expongan. También hay un museo bereber en el que se presentan las colecciones personales del Saint-Laurent. El museo marroquí marcará la función, mientras que el parisiense debe preservar el lado original es decir “el concepto y forma”.
Su vida como la de tanto genios, estuvo alimentada de mucho talento más algunas sustancias y amores prohibidos. La inspiración le pillaba trabajando, y los números de la empresa de Saint-Laurent son espectaculares: facturó más que la Renault con su propia firma (YSL) y el 50 % de las exportaciones de moda en Francia eran de DIOR mientras él la dirigió. Como lema de toda una vida juntos decidieron “transformar nuestros recuerdos en proyectos”. No se pierdan esos jardines Majorelle y la Fundación, son recuerdos eternos, y espectáculos para amantes de la belleza.