Hay pocas ocasiones en las que se preste más atención a cómo vestir como cuando se trata de nuestra propia boda. Las preguntas que nos surgen son muchas y encontrar las mejores respuestas es fundamental para no fallar en una ocasión tan importante.
Aunque a lo largo de este artículo hablaremos de varias opciones con las que presentarnos perfectamente vestidos, es importante tener siempre presente que una boda es un acto formal y por lo tanto nuestra vestimenta también lo debería de ser. Igual que cuando hacemos uno u otro deporte nos preocupamos de escoger la ropa más adecuada para no desentonar con el entorno, cuando se trata de acudir a un evento tan representativo como es una boda, y además hacerlo como protagonista, también habría que hacer lo propio.
Existen básicamente dos opciones entre las que elegir a la hora de cambiar nuestro estado civil: vestir de chaqué o hacerlo de traje. Aunque elegir un chaqué pueda parecer la opción más correcta, el vestir un sencillo, pero bien escogido, traje no tiene por qué ser una alternativa menos apropiada.
Qué duda cabe que el novio seguidor del protocolo más purista tendrá siempre presente el carácter formal del evento y verá en el chaqué a su perfecto aliado. Hay que recordar que el protocolo inglés incluye desde la época Victoriana dentro del “formal dress” solo dos prendas: el chaqué y el frac, es decir, establece ya desde entonces que en los actos formales solo se debería optar por chaqué o frac. Por ello, si estamos de acuerdo en que una boda es un acto formal tendríamos que decantarnos por una de estas dos prendas y hacerlo en concreto por el chaqué si la celebración tuviera lugar antes de las seis de la tarde, y siempre con luz solar, y por el frac en caso de que fuera después de esta hora o en ausencia de luz natural. Dicho esto, y a no ser que nuestros invitados estén muy familiarizados con dicho protocolo, siempre será más seguro decantarse por vestir chaqué que arriesgarse y hacerlo por un frac.
Si finalmente nos decidiéramos por el chaqué, asegurémonos de escoger tanto este como los complementos que le acompañen de la manera más acertada posible. El chaqué es a priori una prenda bastante sencilla y su larga historia deja poco margen para la innovación. Si bien el chaqué gris se consolida como una opción a tener en cuenta en las bodas de mañana, el chaqué compuesto por levita negra y pantalones a rayas grises y negras sigue siendo la opción más extendida y también la más correcta y segura.
Hay complementos como el chaleco, los tirantes o los gemelos que resultan obligatorios. Aunque podremos elegir un chaleco de hilera sencilla, la opción cruzada es más estilosa. Si además lo escogemos de una tonalidad cercana al azul claro, al mostaza o incluso al verde botella, estaremos incorporando nuestro propio sello personal de elegancia a todo el conjunto. De habernos decantado por un chaqué gris, el chaleco deberá ser del mismo material y color que el pantalón y la levita.
La elección de la camisa nos da algo más de margen pudiendo elegir desde la clásica blanca lisa hasta una azul clara con rayas blancas. Dicho esto, es importante huir de las camisas a cuadros o con cualquier otro diseño informal. Teniendo claro qué camisa vestiremos y el color del chaleco toca ahora fijarnos en las otras dos de las prendas más importantes del conjunto: la corbata y los zapatos.
Mi recomendación sería optar por una corbata que no destaque por un color chillón como podría serlo el rojo fuerte o el naranja. En su lugar demos entrada a tonalidades cercanas al gris o si lo preferimos a otras como al azul marino o al burdeos. Pequeños círculos blancos acompañarán acertadamente a estos dos últimos colores. Escojamos la clásica corbata gris o la más actual azul marino, lo importante es huir de las de rayas o de aquellas otras con motivos de gran tamaño. Respecto a los zapatos, ningún novio se equivocará si elige unos Oxfords negros. Aunque haya mocasines de preciosa terminación o zapatos de hebilla muy elegantes, acertaremos si reservamos ambos para el viaje de novios.
Aquellos a los que les parezca el chaqué una opción demasiado formal o que simplemente no vean justificada su inversión, pueden optar por el siempre correcto traje de chaqueta. Personalmente, soy de la opinión de que es más elegante casarse con un buen traje de chaqueta que con chaqué de alquiler.
El vestir de traje es una opción tan válida como el hacerlo de chaqué. Sin embargo, aún cuando nos decantemos por un “sencillo” traje no debemos olvidarnos de la formalidad que lleva inherente una boda. Así, por ejemplo, huyamos en nuestro traje de colores con brillos o de tonos plateados. Por ello mismo, no se equivocarán los novios que escojan para su traje un color oscuro. Un gris oscuro por la mañana será siempre correcto aunque debido precisamente a la seriedad del evento, un azul marino lo será si cabe más. Es importante vestir de forma especial ese día y no hacerlo con ese traje que podríamos llevar un día cualquiera al trabajo. Una elegante y muy correcta opción la representa el traje de tres piezas, esto es, un traje con chaleco donde este último aporta la nota extra de formalidad y elegancia que necesita el conjunto.
Otra opción por la que se pueden decantar aquellos novios que prefieran no vestir de chaqué es apostar por el traje cruzado. Aunque a priori a muchos novios les pudiera parecer este tipo de corte como algo anticuado es bueno tener presente que el traje cruzado está de máxima actualidad como así reivindican los hombres más estilosos de medio mundo.
Optando por un traje de novio, ya sea un tres piezas o uno de botonadura cruzada, podemos dar entrada a complementos algo más alegres. Dicho esto, es importante tener presente que siempre resultará más seguro optar por opciones más conservadoras que por otras más agresivas. Por ello, los zapatos, al igual que se apuntaba al hablar del chaqué, deberán ser negros y de cordones y en las camisas también se debería huir de los diseños de cuadros. La corbata podrá destacar más que lo que haría la del chaqué pero siempre intentando que no robe protagonismo a nuestro rostro convirtiéndose en el primer foco de todas las miradas.
Antes de emprender nuestros pasos hacia el lugar de la celebración presumamos de ser grandes conocedores de la vestimenta más elegante y si hemos optado por llevar una flor asegurémonos de introducir su rabillo por el ojal de la solapa y de que quede siempre oculto tras esta.
Y si lo que buscamos es el máximo refinamiento planteémonos acudir a un buen sastre y dejar en sus manos la creación de ese chaqué o de ese traje que mejor resalte nuestras virtudes y que con más acierto disimule nuestros defectos.
Antes de poner el punto final a este artículo y desear a todos los novios lo mejor en este día tan especial, me gustaría apuntar la no idoneidad de vestir esmoquin en una boda. El esmoquin fue concebido como una prenda informal para vestir en eventos puramente lúdicos como actos de entrega de premios, estrenos de temporada de ópera, cenas de los country clubs, etc. Y sencillamente por la informalidad de esta prenda y por la formalidad que representa una boda el esmoquin no debería tener cabida en esta celebración.