Sin ninguna duda la noticia de la moda este otoño ha sido el fichaje de Galliano, por la Maison Martin Margiela, como director artístico. Y en una primera mirada resultan bastante incompatibles. Dicen que pueden ser muy discordantes por el barroquismo del gibraltareño y el conceptual-minimalismo del de Amberes. Sin duda darán que hablar y animarán la siempre sofisticada pasarela.
Galliano de momento ha cambiado sus trajes de epatar y se ha vestido para la ocasión impecable, con traje azul marino y un tierno perrito en el regazo, y así tratar de abandonar aquella imagen de la infausta tarde o noche en que acompañado por el alcohol, se manifestó antisemita.
Margiela no sale en la foto, porque le gusta el enigma, el misterio e incluso la desaparición. Ni siquiera aparece su nombre en sus prendas, se limita a poner un cuadrado de algodón con un número. Elemento muy artístico, puesto que las paredes de las galerías están repletas de cuadros “Untitled”. En muchos sentidos lo que Galliano ha defendido, tanto estética como personalmente, a lo largo de su carrera es la antítesis de Maison Martin Margiela. Pero ya sabemos que cosas más imposibles han salido excelentes.
Será la sensación de los desfiles de enero, porque marca el retorno a las pasarelas del magnífico creador que fue despedido por Dior después del “affaire”. Con un breve paso por Oscar de la Renta.
El jefe de la casa Renzo Rosso ha declarado: «No podría estar más feliz. Por Maison Martin Margiela que merece un nuevo líder visionario, y por John Galliano, que es un talento más allá de la definición y el tiempo. Siempre creí en opciones impredecibles, valientes, y esto no es una excepción». Rosso es un hombre al que le gusta correr riesgos y eso forma parte de la industria de la moda.
Martin Margiela formó parte de los Seis de Amberes, grupo de diseñadores que tomaron París con prendas intelectuales y deconstruidas. Margiela mantuvo siempre la idea de que un diseñador debe dejar que su trabajo hable por sí mismo: nunca más fue visto o fotografiado ni hizo una declaración pública que no fuera firmada por la marca. Sus tiendas parecen cápsulas de hormigón blanco. Y en el hotel que hizo en París, los cuadros estaban cubiertos por unas blancas telas que impedían su vista y que solo se mostraban al levantarlas.
Galliano es lo opuesto, se hizo famoso tanto por su apariencia personal y su carácter histriónico y lo mismo aparecía al final de los desfiles de torero como de astronauta. Al final de cada show de Dior, un redoble de tambor especial anunciaba su aparición con sus disfraces, acompañado por dos guardaespaldas a cada lado de la pista.
El estilo de Galliano es romántico, Maison Martin Margiela es conceptual, y tienen, o al menos tenían, muy diferentes tipos de clientes.
Ciertamente el señor Rosso, que construyó su imperio en la alta moda con los vaqueros de la marca Diesel, ahora también es propietario de Viktor & Rolf y Marni, y entiende muy bien cómo usar la controversia como publicidad: el año pasado nombró a Nicola Formichetti, un ex estilista de Lady Gaga, director creativo de Diesel.
Sin embargo existen algunos puntos en común y conexiones entre ambos. La conexión entre dos diseñadores en apariencia tan diferentes fue el desfile de Christian Dior en el año 2000 en el que Galliano produjo más de un desmayo, con una colección inspirada en los vagabundos de la ciudad. Pero el trabajo implícito en la creación de los jirones de ropa y en aquellas prendas destruidas fue considerado, dependiendo del punto de vista, o bien una visión poética o bien como un insulto.
Margiela reciclaba y reutilizaba cosas usadas, y con ellas plasmó lujosas prendas hechas de objetos que iba encontrando, desde dedales a pelucas.
Sin ninguna duda lo que saldrá no dejará indiferente a nadie y por eso apuesta Rosso por ese team-fashion. Empresario arriesgado y multimillonario, dará libertad a Galliano porque a los tres les gusta desafiar las expectativas, para demostrar que los que se manifiestan contrarios y consideran una unión equivocada, tendrán que hacerse mirar su lado más convencional.