Hay cabezas que por muy extravagantes que parezcan no sirven únicamente para llevar sombreros. Las islas británicas tienen una adicción a los sombreros raros y hacen de ello una actividad tan arraigada como tomar el té a las cinco. Isabella llevó y descubrió al gran mito de los tocados : Philip Tracey, pero no se dedicó únicamente a ser extravagante. Descubrió el talento de Steve McQueen, fue directora de moda de la revista de tendencia Tatler, y directora de estilo en The Sunday Times.
El próximo miércoles se inaugura en Londres en Somerset House,en colaboración con la Fundación Isabella Blow y la Central Saint Martins “Isabella Blow : Galore Fashion” , una importante exposición de moda que es homenaje a su extraordinaria vida y su ojo visionario para descubrir los iconos británicos de la moda y el arte. Isabella fue a la moda lo que Charles Saatchi ha significado para el arte británico.
Nacida en el enrarecido mundo de la aristocracia británica, su carrera comenzó a principios de los años 80 como ayudante de Anna Wintour en el Vogue EE.UU. Impulsada por la pasión y una desatada creatividad, fue fuente de inspiración para numerosos artistas y diseñadores. La exposición mostrará más de un centenar de piezas de su increíblemente y sofisticada colección, una de las colecciones privadas más importantes de finales del siglo XX y siglo XXI temprano, y ahora propiedad de Daphne Guinness. Esto incluye la ropa de los muchos talentos de diseño que descubrió y puso en marcha , como Alexander McQueen, Philip Treacy , Hussein Chalayan y Julien Macdonald, entre otros.
Isabella también es conocido por el descubrimiento de modelos Sophie Dahl y Stella Tennant, y por sus colaboraciones con grandes fotógrafos como Steven Meisel , David LaChapelle y Sean Ellis, que empujó los límites de lo convencional en sus spreads de la moda cada vez más provocativas y establecer a sí misma como una figura legendaria dentro de la moda internacional y el mundo del arte contemporáneo.
Comisariada por Alistair O’Neill con Shonagh Marshall y diseñado por el galardonado estudio de arquitectura Carmod Groarke, y puesta en escena por la célebre diseñadora Shona Heath, la exposición mostrará la radicalidad y amplitud temática de la colección de Isabella, una vida vivida a través de la ropa.
Daphne Guinness dijo:»Esta exposición es, para mí, un evento agridulce. Isabella Blow hizo nuestro mundo más vibrante, dejando color detrás de ella, con cada paso que daba. Es un homenaje en memoria de un amiga muy querida, con la esperanza de que su legado sirva para ayudar e inspirar a las generaciones de futuros diseñadores”.
Isabella fue una mujer difícil con una vida difícil. Gustaba de contar que su hermano se suicidó al ir su madre a arreglarse el maquillaje y dejar solos a los niños. También estaba la historia llevada al cine de su abuelo, que en Kenia mató al amante de su esposa, saliendo indemne de prisión, pero no de la repulsa de su clase.
Su marido con el que dicen se casó por interés, tenía muchas posesiones pero poco dinero. Issie tenía una obsesión con grandes casas en las que vivió, una fijación sólo comparable a su preocupación por el dinero. Su padre rico le había dejado sólo 5.000 libras y estaba convencida de que iba a terminar en la calle.
Su gusto extravagante por los detalles, hacía que sus facturas en Conde Nast fueran astronómicas. Según ella, “conseguir buenas fotos, modelos y escenarios era caro y si se escatimaban gastos resultaba terriblemente aburrido”.
Eran raros y malditos al estilo de definición de Francis Fitzgerald: “la vida no es sino un proceso de destrucción”. Mientras vivía en una eterna fiesta, con brotes depresivos y llegó un día en que abandonó una reunión diciendo a sus amigos que salía de compras. En realidad se tomó un veneno falleciendo a los 48 años sin que ellos pudieran hacer nada más que llevarla al hospital.
En sus salidas nunca olvidó que tenía una langosta en la cabeza, o una antena parabólica. Por otra parte, iba a toda vela, fumaba Benson y Hedges, no llevaba ropa interior y la pasión de su vida eran las buenas joyas y su alta cuna, pero no contaba con mucho más. Dicen que nació en el momento equivocado. Pese a todo, su lema bien pudiera haber sido el de «la vida es una aventura de nuestra propia creación”. Su ironía se aprecia en esa vista del salón barroco de su casa, con un neón que dice “conceptual decoración”. Pura contradicción.
Para acompañar la exposición, habrá un catálogo con fotografías de Nick Knight de la colección completa, publicado por Rizzoli.