Portada: Imagen de Franco Gazzani y Luis Sans durante el Trunk Show de Bontoni en Santa Eulalia

 

Franco, Bontoni es una empresa familiar con una historia fascinante. ¿Cómo empezó todo?

Bueno, en realidad todo comenzó con mi abuelo Guido, que era un gran maestro zapatero en la fábrica más importante de mi pueblo —Montegranaro—, una localidad italiana con una larga tradición artesanal. Mi abuelo transmitió todo su conocimiento y su pasión por el oficio a sus hijos: mi padre, Manfredo, y mi tío, Bruno. Esto fue alrededor de los años sesenta.

Años más tarde, ya en el 2000, cuando yo era más joven, intenté convencerlos de presentar nuestro producto a minoristas internacionales. No fue fácil, fue un desafío porque tuve que insistir bastante, pero finalmente organizamos una pequeña colección con algunos de los modelos más icónicos de nuestro archivo.

El sueño era que Bontoni estuviera presente en las tiendas más bellas del mundo. Empezamos poco a poco, primero en Estados Unidos y después en Europa. Y puedo decir que, veinte años después, ese sueño se está haciendo realidad: estamos en Santa Eulalia y en otras boutiques maravillosas, y estamos muy felices con el camino recorrido.

 

Bontoni es un símbolo de excelencia en el calzado masculino artesanal. ¿Qué valores han mantenido a la marca en la vanguardia durante más de 70 años?
Creo que cuando eres una pequeña empresa familiar, como Bontoni, es natural que el producto, incluso un simple par de zapatos, refleje los valores de la familia. No se trata solo de la pasión por la calidad, de la búsqueda de la singularidad o de la excelencia en la artesanía, sino también de los valores humanos que están en el corazón de todo lo que hacemos.

Hablo de integridad, honestidad, humanidad, transparencia y del profundo respeto que sentimos por nuestros clientes. Son valores que se perciben especialmente cuando conoces a las personas que forman parte de la familia y las ves trabajar en nuestros talleres.

Trunk Shows como el de hoy en Santa Eulalia son una magnífica oportunidad para que el cliente conozca a alguien de la familia, para ver de cerca quién está detrás de los zapatos. Y para mí, es una forma de transmitirles toda la emoción y la pasión que ponemos en nuestro trabajo cada día.

¿Cómo describirías al cliente de Bontoni? ¿Qué busca cuando elige uno de vuestros pares?

Diría que el perfil del cliente de Bontoni es bastante específico. Es un hombre muy consciente de la calidad y de la artesanía, alguien que valora el saber hacer detrás de cada par. No es un cliente movido por las modas ni por el logo; busca la excelencia en términos de materiales, construcción y confort.

Es una persona curiosa, que quiere conocer los detalles de cómo se fabrica su zapato, y que aprecia la autenticidad. No busca llamar la atención, sino disfrutar de una elegancia atemporal, discreta y sobria.

 

Algunos dicen que los zapatos clásicos son solo para generaciones mayores. ¿Qué consejo le darías a un cliente más joven que quiera iniciarse en el mundo del calzado artesanal?

Esa es una muy buena pregunta, y sin duda un gran desafío para una firma como Bontoni. Hoy en día muchos jóvenes usan zapatillas —yo mismo tengo dos hijos que las llevan todo el día—, pero creo que llega un momento en que el cliente madura, empieza su carrera profesional y busca algo diferente. Es entonces cuando descubre el valor de un trabajo hecho a mano.

Tenemos, por ejemplo, un cliente con una tienda en Palo Alto, en el corazón de Silicon Valley, y os sorprendería saber cuántos clientes jóvenes tenemos allí. ¿Por qué? Porque son personas que trabajan cada día en el mundo digital y, precisamente por eso, sienten una enorme curiosidad por lo artesanal: quieren conocer cada detalle, cada etapa del proceso. Muchos de ellos se han convertido en auténticos apasionados de Bontoni.

Para un cliente joven que quiera iniciarse, le recomendaría empezar con algo casual: un bonito par de zapatos en ante, con costura noruega y suela de montaña, perfectos para llevar con tejanos. Y para la oficina, algo más elegante, como un Oxford Goodyear con cordones. Es cierto que es un reto conectar con las nuevas generaciones, pero también una gran oportunidad, porque ofrecemos una alternativa al zapato clásico o conservador.

Durante este Trunk Show en Santa Eulalia, los clientes podrán diseñar su propio par de zapatos Bontoni desde cero. ¿En qué consiste exactamente el proceso de personalización? ¿Qué lo hace tan especial?

El Trunk Show es una gran ocasión, no solo para nuestros clientes habituales, sino también para quienes se acercan a Bontoni por primera vez. Estoy aquí durante dos días para que los clientes puedan descubrir las nuevas colecciones: traigo conmigo nuevos estilos y diseños; algo muy importante, porque cada temporada queremos ofrecer algo distinto al cliente.

Durante el evento, el cliente puede elegir el modelo que prefiera y personalizarlo a su gusto: el tipo de piel, el color, la construcción, la suela… incluso añadir su nombre grabado en el interior o en la suela, con la inscripción “Fatto a mano per il Signore…”. Es un detalle pequeño, pero aporta un toque único y personal que hace que cada par sea verdaderamente suyo.

 

Santa Eulalia y Bontoni colaboran desde hace muchos años. ¿Qué crees que hace que ambas casas encajen tan bien? ¿Qué valores dirías que comparten?

Desde el primer momento entendí que existía una conexión natural entre Santa Eulalia y Bontoni, una afinidad perfecta por muchas razones. En primer lugar, porque el cliente de Santa Eulalia es un cliente muy consciente de la calidad. No sigue las tendencias pasajeras: busca la artesanía y la singularidad. No se deja llevar por el logo, y eso encaja a la perfección con el espíritu de Bontoni.

En segundo lugar, admiro profundamente el servicio que ofrece el equipo de Santa Eulalia. Cada vez que vengo, encuentro un trato profesional, cercano y muy humano. Veo en ellos los mismos valores que guían a mi familia: integridad, honestidad y pasión por lo que hacen.

Y, por último —aunque no menos importante—, está la amistad que hemos construido con el señor Sans a lo largo de los años. Como sabéis, él es un verdadero amante del calzado, y desde nuestra primera reunión se interesó por cada detalle de la colección. Se enamoró de Bontoni y tiene varios pares. Creo que eso es fundamental: cuando el propio dueño de la tienda cree en un producto, el cliente también lo percibe.

Por todo ello, puedo decir que ha sido un match perfecto. Llevamos muchos años colaborando y aún veo mucho potencial para seguir creciendo juntos. Me hace muy feliz volver cada temporada.

 

Y en una nota más personal, ¿qué es lo que más disfrutas de visitar Barcelona y de formar parte de esta experiencia en nuestra tienda?

Ante todo, me encanta la tienda de Santa Eulalia. Es una gran tienda. A lo largo de mi carrera he visitado tiendas maravillosas —desde Bergdorf Goodman en Nueva York hasta Harrods en Londres—, pero con Santa Eulalia tengo un vínculo especial. Aquí puedo sentir y respirar la cultura, la historia y los valores familiares; y eso para mí es muy importante.

Disfruto enormemente de pasar el día aquí, aunque, lamentablemente, no tengo tanto tiempo para visitar Barcelona como me gustaría. Hace un par de años vine con mi familia y fue un viaje precioso. En aquella ocasión no pudimos visitar la Sagrada Familia porque no quedaban entradas… así que mi próximo objetivo es volver y, esta vez sí, conocerla por dentro.

 

Por Mini Garibay