Del bisabuelo al abuelo. Del abuelo al padre. Y, de forma repentina, del padre al hijo. Sin olvidar tres generaciones previas de la familia Taberner. Este es el recorrido que ha trazado el rumbo de Santa Eulalia (1843), una de las tiendas, masculina y femenina, de referencia mundial. Decimos repentina porque su actual propietario y nuestro entrevistado, Luis Sans Mercè (Barcelona, 1965), tomó las riendas de la empresa con solo 22 años debido a la muerte de su padre. A base de talento, esfuerzo y, por qué no decirlo, un poco de fe, transformó este comercio abriéndolo al mundo y a las marcas internacionales. En todo este proceso de reciclaje constante, hay una variable que permanece inalterable: Barcelona.

En esta ocasión el nombre no hace la cosa, dado que Santa Eulalia, la santa, no la empresa, ostenta la categoría de copatrona de la ciudad. Hablando de santos, nuestro interlocutor nos recibe en la oficina de su empresa con la paciencia propia de esta figura religiosa. Su voz resuena por todo el despacho, ofreciendo todo lujo de detalles en sus explicaciones. Detrás suyo, un ejército de fotografías avalan su trayectoria: premios, premios y más premios. Habla de ellos con una elegancia que va más allá de su impoluta imagen. Y esta, tal vez, es la lección más maravillosa de nuestra conversación.

– ¿Qué es el talento para tí? 

El talento consiste en tener la capacidad para transformar las cosas.

– ¿Qué has transformado al frente de Santa Eulalia?

Entré en Santa Eulalia cuando tenía 22 años porque mi padre murió de forma repentina. Estaba haciendo cuarto de ESADE y, de un día para otro, me tuve que incorporar. Me encontré una empresa anclada en mediados del siglo XX y no una que mirase hacia el futuro. Entonces la tuve que transformar de acuerdo al ritmo de los tiempos. Tenemos que pensar que muchas empresas de ese momento, ahora ya no están: Gales, Farreras, Carlos Torrents, etc. Realmente el textil ha sufrido un cambio muy importante. Por lo tanto, nosotros corríamos el riesgo de desaparecer con el cambio de los tiempos. De esta manera, transformé una empresa basada en la alta costura y en la sastrería a medida a otra abierta a las marcas internacionales; una tienda abierta al mundo que se adaptara a las nuevas necesidades de los clientes. Fue un esfuerzo considerable que ha permitido, hoy en día, que tengamos una historia de éxito.

– Como has dicho, te pones al frente de la empresa con 22 años. ¿Cómo lo encajas a nivel personal?.

No fue nada fácil. Fueron momentos muy complicados para mí, entre otras cosas porque mi padre había muerto. Después, se tenían que resolver algunas cosas a nivel familiar. Y la empresa necesitaba una transformación. Lo cierto es que fui muy prudente, porque la llevé a cabo al cabo de unos años. No fue entrar y comenzar a cambiarlo todo. Cuando entendí cómo se movía el mundo y las necesidades del sector, hice una transición hasta llegar a la tienda que tenemos hoy.

– Eres la cuarta generación de la familia Sans al frente de Santa Eulalia ¿crees que habrá una quinta?

Tengo tres hijos, son trillizos, y creo que uno de los tres querrá continuar. Me haría mucha ilusión, pero no quiero insistir. Recuerdo que cuando murió mi padre, mi abuelo me llamó a su despacho al día siguiente del entierro y me dijo: «Luis me haría mucha ilusión que llevases la empresa. Y te lo quiero preguntar porque yo cometí el error con tu padre de no preguntarle. No quiero cometer el mismo error contigo». Mi respuesta fue afirmativa pero con una condición: que me apoyase. Y desde entonces hasta ahora.

– En estos 176 años de historia que tiene la empresa ¿qué momentos destacarías como el más importante?  

Todos los momentos donde se ha cristalizado este ansia de transformación. Comenzó siendo una tienda de venta de tejidos en La Boqueria. En el cambio de siglo, del XIX al XX, se convierte en una tienda modernista muy importante, gracias al arquitecto Pere Falqués, el autor de las farolas de Passeig de Gràcia. En 1926, con mi abuelo y mi tío-abuelo se hizo la primera colección de alta costura en la casa. Fue una apuesta por esta nueva manera de enseñar la moda que es con desfiles. En 1934 se transforma en art déco el interior de la tienda. Todos estos momentos, y muchos otros, no son fruto de una ocurrencia sino de una visión de transformación. Y todos ellos han hecho que Santa Eulalia sea lo que es hoy día.

– Tu empresa ha recibido múltiples reconocimientos -en el despacho hay diversas fotografías que dan fe-. ¿Hay alguno de ellos que te haga sentir especialmente orgulloso?.

El premio que sin duda me ha hecho más ilusión es la Medalla de Oro al Mérito Cívico de mi ciudad. Es un premio que dio el Pleno Municipal por unanimidad de todos los grupos políticos. Es el reconocimiento al que le tengo mayor estima.

– Tengo entendido que eres creyente. A propósito de esto ¿consideras que se necesita un poco de fe para conseguir que una empresa llegue a los 176 años? 

Yo creo que se necesita un poco de fe para la vida en general. En una empresa, también ayuda. Pero siempre hay que tener en cuenta que la vida no es sólo el esfuerzo que puede hacer uno mismo, sino que la suerte también juega un papel. Aunque a veces la suerte hay que buscársela. Pero la idea es que no sólo es un tema de esfuerzo y de talento. Ambos son ingredientes esenciales, pero no los únicos.

– ¿Santa Eulalia tiene algo que ver? ¿De dónde sale el nombre?

Muchas veces digo que esto es gracias a la santa. El nombre sale porque nos trasladamos al Pla de la Boqueria y allí había existido el portal de Santa Eulalia, copatrona de la ciudad junto con la Virgen de la Mercè, y donde la leyenda sitúa el martirio de la santa en la época romana. En 1777, este portal se derribó y quedó el Pla de la Boqueria.

En aquellos tiempos, además, las tiendas tenían el nombre de los propietarios. Como es sabido, las marcas comerciales son un invento del siglo XX. Entonces, la gente se empezó a referir a la tienda como Santa Eulalia. A partir de ahí, el nombre se oficializó en 1900. Esto también fue una novedad porque tener una casa comercial con marca no era tan corriente. Otras marcas como Furest, Bel, Loewe … eran el apellido del fundador. Esto es también una expresión innovadora.

– En la actualidad ¿cuál crees que la joya de la corona de la empresa? 

Su gente y su talento. Al final, mi función, aparte de la dirección estratégica de la empresa, es tener personal con talento. Al fin y al cabo, yo ni vendo ni arreglo los vestidos ni corto las americanas ni hago funcionar la página web. Se trata de que cada uno sea bueno en lo que hace y, de esta suma, salga el éxito. El talento no es sólo aptitud, que es importante, sino también actitud: hacer que la empresa vaya bien, servir al cliente para que se vaya contento, etc. En una empresa de servicios donde se trata con la gente es fundamental.

– ¿Cómo se atrae al talento? 

De dos maneras: ofreciendo un trabajo interesante y, sobre todo, mirar que una vez dentro, el ambiente sea de talento. Una manera de que el talento termine desmotivado o, incluso, se vaya, es que dentro de la empresa no se promocione este talento. Cuando una persona vale y ve que la persona promocionada, a la que se le hace caso o la que está al frente de un departamento no tiene el talento suficiente, la persona con talento se va. Una persona que tiene talento busca un entorno donde desarrollarlo y, este entorno, lo forman las otras personas. Por lo tanto, tan importante es saber seleccionar la persona que tiene talento como la que no, ya que de este modo acaba triunfando el talento en lugar de la mediocridad. Cuando en una organización triunfa la mediocridad, esta está herida de muerte.

– ¿Se nace con buen gusto o se puede comprar?

Yo creo que ni lo uno ni lo otro. El buen gusto se educa. Obviamente, hay gente que tiene una sensibilidad natural por los colores y por las formas. Pero, después, con interés se puede hacer mucho. Por ejemplo, yo puedo tener más o menos paladar, pero si empiezo a probar vinos, compro, leo, me informo, escucho, etc. al final sabré de vinos. Entonces, con el vestir, una persona que tiene interés observa, mira, compara, se prueba cosas, ve revistas, etc. hasta que te formas en la materia. Por lo tanto, creo que hay un talento innato, pero uno mismo se puede educar.

– He visto que tenéis vuestra propia línea de fragancias. ¿Con cuál de las 8 esencias te sientes más identificado? 

La que llevo y me gusta más es la 175. Es la que sacamos el año pasado por nuestro 175 aniversario. Es la fragancia que más llevo de día durante el invierno. Después, en verano llevo Marinis; en las noches llevo Obscuro. Tengo tres o cuatro que voy alternando. Las fragancias son fruto de un licencia -no las producimos nosotros-, pero las elegimos nosotros.

– Acaba la frase: si Barcelona no existiera, Santa Eulalia…

No hubiera sido posible. Santa Eulalia ha estado en el centro neurálgico comercial de la propia ciudad. Desde que nació la empresa con la ciudad amurallada hasta la Barcelona olímpica y la que tenemos hoy en día. Un comercio abierto a la propia ciudadanía durante tantos años no habría sido posible sin el propio latido de esta ciudad. Lo que nosotros hemos hecho es adecuarnos al propio ritmo que ha ido imprimiendo la ciudad y aprovecharnos de sus ventajas. Por ejemplo, a finales del siglo XIX, durante la ‘fiebre del oro’, cuando la gente de comarcas venía buscando oportunidades a Barcelona, Santa Eulalia dio un gran paso adelante. Pero también hemos sufrido consecuencias negativas: la empresa fue colectivizada durante la guerra civil.

– Ya para finalizar, ¿qué personalidad catalana destacarías por su talento? 

Creo que uno de los más universales ha sido Juan Antonio Samaranch, injustamente despreciado como una persona del régimen. Una persona con talento no hubiera podido progresar sin estar donde debía estar. Por eso hizo aquella amistad con los países comunistas de entonces, que le permitieron acceder al COI (Comité Olímpico Internacional). Ahora debería hacer memoria, pero debe ser el catalán que ha ocupado un lugar más importante en un organismo internacional durante tantos años. Y ha hecho una de las cosas más grandes que se pueden hacer por la ciudad: traer los Juegos Olímpicos.

– Samaranch vestía de Santa Eulalia ¿no?

Efectivamente. Tuvimos el honor de hacerle el blazer de inauguración de los JJOO con unos botones de oro con los aros olímpicos que venían de Tiffany -de Nueva York-. Aquí se custodiaron los botones como si fueran… ¡sólo faltaba que desaparecieran! Se los cosimos en el último momento antes de entregárselo y fue vestido de Santa Eulalia, tanto cuando inauguró como cuando clausuró los Juegos.

– ¿Y si te hago destacar una mujer con talento? 

Montserrat Caballé. Ha sido una catalana universal que ha hecho mucho por el Teatro del Liceo y por la ópera en general. Cuando venía a cantar al Liceo no cobraba -o cobraba muy poco- para ayudar al teatro. En todo el mundo no se olvidó nunca de dónde era.