La etapa de Santa Eulalia en la alta costura se inicia hacia 1910, cuando Pere Formosa (Arenys de Mar, 1896 – Barcelona, 1970), procedente de una acomodada familia y muy atraído por el mundo de los tejidos y la moda, quiso entrar de aprendiz en los Grandes Almacenes Santa Eulalia, situados en el Pla de la Boqueria. Hacía dos años que, Lorenzo Sans Vidal, propietario del comercio vecino de Las Columnas, se había asociado con Domingo Taberner, nieto del fundador de la tienda. En 1915, Taberner murió sin descendencia y Sans adquirió a su viuda el resto del negocio. Al cabo de dos años, Sans falleció y su hijo, Luis Sans Marcet, tomó el mando de la empresa. Mientras tanto, Pere Formosa había ido ascendiendo y, en 1923, entró como socio a raíz de su boda con Isabel, hermana del propietario. Pronto Formosa propuso crear una sección de costura. No en vano, la tienda era una de las más relevantes de la ciudad en la difusión de la moda, con la venta de tejidos selectos y de novedades de París.
En 1926, se presentó el primer desfile de Santa Eulalia con maniquíes vivientes, un hecho que ha quedado como un importante hito en el mundo de la historia de la moda en nuestro país. Formosa tenía un espíritu corporativo y no pretendía destacar en solitario, sino que interaccionaba con sus socios, quienes como él estaban à la page de las nuevas tendencias estéticas, y con los aprendices, ayudantes, sastres y modistas de los diferentes talleres de costura de la empresa. El principal colaborador que tuvo fue el sabadellense Joan Serra, quien entró en la casa en 1932 cuando tenía alrededor de dieciséis años, recomendado por la industria Fills d’Emili Sallarès, una de las grandes proveedoras de Santa Eulalia en tejidos de lanería. En los años cuarenta, Formosa y Serra creaban ya juntos las colecciones de alta costura y compartían viajes a París cada temporada para conocer de cerca las últimas tendencias a escala internacional. Santa Eulalia también destacaba en la confección de sombreros. Tenía un taller específico que dirigía una modista francesa hasta que, hacia el final de los años cincuenta, se empezó a encargar a una modista externa que se apellidaba Conejero. Formosa figuraría hasta su muerte en 1970 como el principal responsable de la sección de costura, pero, desde hacía tiempo, era Serra quien tenía el mando. Entre los colaboradores de ellos dos, hay que destacar a los sastres Joan Boix y Pere Rabaseda, y a las directoras de los talleres de fantasía: la modista Lluch y, especialmente, María Bundó. El modista Antonio Meneses entró en 1948 y pasó a ser ayudante de Formosa y Serra, llegando a ser director de uno de los talleres, pero en 1958 dejó la empresa para establecerse por su cuenta.
Hacia mediados de los años cincuenta, se decidió crear una sección más juvenil con el nombre de Boutique, para la que se confeccionaban piezas con derecho a una prueba, de acuerdo con lo que estaban haciendo Dior y otras grandes casas de costura parisienses. El encargado de esta línea fue Jordi Casado y, más tarde, Jordi Olesti, procedente de la sección de tejidos de la tienda y que también aprendió el oficio con Formosa y Serra. En 1968, en paralelo a la alta costura, se iniciaron las colecciones directamente de prêt-à-porter, dirigidas por Olesti, secundado por su ayudante Pedro Morales.
Entre 1970 y 1978, Serra fue el encargado ya oficial de la sección de alta costura y, cuando este se jubiló, Olesti asumió diseñar las colecciones de costura y prêt-à-porter hasta 1995, año en que se organizaron los últimos desfiles. A partir de entonces, Santa Eulalia, dirigida por Luis Sans Mercé, continuó la relevante sección masculina, aún en activo, pero en moda femenina amplió el negocio con prestigiosas marcas internacionales de prêt-à-porter, línea que mantiene en la actualidad, dirigida por la esposa de Luis, Sandra Domínguez, siendo Santa Eulalia una tienda puntera en el sector.
Artículo por Josep Casamartina i Parassols, director y vicepresidente de la Fundación Antoni de Montpalau
Extraído del libro Santa Eulalia 180 Años de Moda a la venta en nuestra web