William Sofield está considerado uno de los talentos más destacados de su generación. Modernista riguroso, su estilo no se adscribe a ninguna corriente, sino que se define por una visión holística que busca satisfacer las exigencias de la vida, y en la que el lujo emana de la fidelidad al arte. Del mobiliario que firma se deduce un sofisticado respeto por los materiales y el trabajo artesanal, y la preocupación por cómo deberá mejorar con el uso y el tiempo para convertirse en un objeto de herencia. Sofield ha sido descrito por la revista Interior Design como un “coreógrafo” de espacios. Después de meses de trabajo en la nueva Santa Eulalia, este prestigioso arquitecto de interiores ha conseguido crear un ambiente moderno, confortable y de alta calidad, vinculando elementos antiguos con contemporáneos. Un espacio donde convive la esencia del negocio pero siempre con vistas al futuro.

Hoy podemos conocer un poco más sobre William Sofield gracias a la entrevista que mantuvo con Luis Sans.

¿Qué es lo que más te atrajo de este proyecto la primera vez que hablamos?

Hoy en día no es nada habitual tropezar con una historia tan fascinante y entrañable como la de Santa Eulalia. Me encanta pensar que sigue siendo un negocio familiar con un profundo arraigo en la ciudad y, a la vez, una empresa muy dinámica que sabe transmitir a la gente lo último en tendencias de moda. Lo mejor de mi trabajo surge de la colaboración, y poder ayudarte a ti y a Sandra a proyectar el futuro de Santa Eulalia en una ciudad tan interesante como Barcelona, ha sido un sueño hecho realidad.

¿Cómo ves las cosas ahora que el proyecto ha finalizado? ¿Hay algo de lo que te sientas especialmente orgulloso?

Al mirar atrás y recordar nuestras primeras reuniones sobre cómo debíamos enfocar el proyecto, y ver luego todo lo que hemos construido, me atrevería a decir que el total es mucho mejor que la suma de sus partes. Eso hace que me sienta orgulloso, así como el hecho de haber decidido preservar el edificio en sí. Hubiera sido más fácil construir un nueva tienda en otro lugar para cubrir mejor las necesidades del negocio, pero estoy contento de haber podido conservar la fachada de la tienda original y combinar nuevos y fascinantes elementos en su interior, que los clientes irán descubriendo.

Uno de los mayores retos era crear un establecimiento único, diferente del resto, en que tradición y modernidad convivieran en perfecta armonía. ¿Cómo lo conseguiste? ¿Qué aspectos de la historia de Santa Eulalia has querido conservar especialmente en tu proyecto?

En uno de mis primeros viajes a Barcelona tuve la ocasión de ahondar en los archivos de la empresa y de descubrir una gran cantidad de documentos históricos bellísimos. Al observar esos dibujos, imágenes y gráficos de hace casi cien años, uno percibe enseguida el gran empeño que se ha puesto en preservar esta historia. El diseño y el estilo de la presentación eran modernísimos para la época, por lo que decidimos utilizar muchos de aquellos elementos de diseño para presentar el nuevo concepto de tienda, lo que no deja de ser una clara muestra de la belleza de lo intemporal. En la actualidad, resulta muy difícil reproducir los materiales, los muebles y las vitrinas de elaboración artesanal que existían en la tienda original, por ello, muchos de estos elementos han acabado convirtiéndose en el ADN del nuevo concepto de tienda. Ciertamente, lo más difícil de mi trabajo es encontrar el modo de armonizar la “modernidad” que hoy en día necesitamos para funcionar. Hay algo que aprendí de golpe hace ya muchos años, cuando trabajaba en las primeras tiendas de Gucci junto a Tom Ford, y es que lo más impensable puede fácilmente convertirse en tu mayor lamento. En aquella ocasión teníamos una gran inauguración a la que mi madre estaba invitada. Lo primero que llamó su atención fue que había una alarma de incendios mal colocada. ¡No lo olvidaré nunca!

¿Qué te inspiró de Barcelona?

La energía de esta ciudad se percibe desde el primer paso que das cuando bajas del avión. La gente es cosmopolita, simpática y con estilo, y esa sensación de sentirse a gusto con la vida sólo puede entenderse si se vive junto al mar. Para mí es una de las ciudades más bonitas y únicas del mundo y posee una historia visual de una riqueza increíble, desde Gaudí hasta Picasso. Mires donde mires, siempre hay algo magnífico que ver.  La Casa Milà o La Pedrera, uno de mis edificios favoritos, está a dos pasos de la tienda, así que formar parte de la historia arquitectónica que simboliza la ciudad es un auténtico honor.

En tu opinión, ¿qué es lo que hace de esta tienda algo único entre el resto de establecimientos de lujo del mundo? ¿Qué ofrece la nueva Santa Eulalia que no ofrezca el resto?

Hoy en día, el verdadero lujo no es llevar ropa de marca, sino la libertad de poder elegir tu propio camino y de poder expresar tu propio estilo. Me encanta cómo Santa Eulalia sabe adaptarse a la elección del cliente, al máximo nivel. En este nuevo establecimiento, tanto mujeres como hombres tienen la oportunidad de trabajar con artesanos increíbles para confeccionarse un vestuario hecho a medida capaz de competir con Saville Row, o comprar una prenda ligera y cómoda, imposible de encontrar en ningún otro lugar. Y todo ello en la comodidad de un entorno agradable y discreto, donde el cliente es el centro de atención. Es el sueño de cualquier seguidor de las últimas tendencias.

¿Qué otros proyectos destacarías de tu carrera?

Es difícil elegir sólo uno; sería como tener que decidir cuál de tus hijos prefieres. Sin duda, haber sido reconocido, el año pasado, por el prestigioso Museo Nacional de Diseño Cooper-Hewitt con el Premio Nacional de Diseño y haber tenido la oportunidad de conocer a nuestra Primera Dama, Michelle Obama, fue algo memorable. ¡Y espero que mi mejor trabajo esté aún por llegar!

Hablando de moda y estilo, ¿qué es para ti lo más importante que debe tener un proyecto?

Tanto en el patrimonio como en las manos de un reputado director artístico o diseñador, los proyectos que elijo tienen un enfoque y una esencia inconfundibles. Necesito dialogar con el cliente, es imposible crear algo en el vacío.