Dos de los más grandes artistas de nuestro tiempo han realizado una de las obras más emocionantes del siglo. Una obra casi efímera, a la vez que definitiva.
Aparece inmersa en un paisaje solitario del Círculo Polar Ártico, con la fuerte naturaleza integrándose con esa arquitectura contemporánea plena de sentido y belleza.
Durante la caza de brujas europea del siglo 17, las personas que fueron condenadas por brujería y quemadas en la hoguera en el este de Laponia fueron muchas más que en cualquier otro lugar de Noruega. Steilneset Memorial en Vardø, fue erigida para conmemorar a las 91 víctimas que fueron ejecutadas en ese lugar.
Steilneset Memorial se encuentra mirando a la iglesia, así como la antigua fortaleza. En el memorial, se reconoce e interpreta esos tiempos oscuros a través del arte y la arquitectura, en una colaboración única entre la artista fallecida Louise Bourgeois y el arquitecto Peter Zumthor.
Para llegar al monumento hay que redondear un pequeño cerro, sobre el cual se encuentra una iglesia de pueblo pequeño y su cementerio digno de postal. Visto de lejos, parecen dos continentes pequeños y frágiles a lo largo del horizonte. El monumento se compone de dos estructuras: un marco largo de madera fina cubierta con una lona colgada de una caja suspendida, y un pabellón de cristal negro que contiene la instalación de Bourgoise.
Los visitantes entran en el monumento a través de dos rampas que están en la pendiente hacia la costa y que hacen hincapié en la altura sorprendente del monumento con 26 metros de altura. La estructura es de un tejido de fibra de vidrio endurecido, parecida a la lona y tensada por los cables. Las costuras cosidas a mano, son hermosas por la simbología femenina, y en los extremos, los cables tiran de la tela estrechándose formas cónicas. La pasarela de madera conduce al interior del edificio, en donde un pasillo de 100 metros de largo y 1,5 de ancho acoge una colección de cartelas que describen la historia personal de las 91 víctimas. Asimismo, cada uno de las víctimas ha sido representado por una ventana iluminada con una bombilla. Zumthor decidió su ubicación lanzando un dado, un procedimiento aleatorio que refleja la arbitrariedad de los juicios. El proyecto se encuadra en el programa nacional de rutas turísticas de Noruega.
Las peculiaridades del paisaje (una inmensa costa desnuda de árboles) y de un clima extremo, en el que las temperaturas jamás alcanzan los diez grados centígrados, dialogan con una arquitectura austera que materializa la tragedia de las víctimas, empleando madera, cristal, acero y fibra de vidrio.
El segundo edificio, un cubo de acero corten y cristal, cobija la obra de Louise Bourgeois “Los condenados, los poseídos y los amados”. Se trata de una simple silla de aluminio de la que surgen cinco llamaradas de fuego, además de siete espejos ovalados que se sitúan alrededor del asiento. La creación busca simbolizar los juicios de Vardø y se enmarcan dentro de la reivindicación feminista que recorre gran parte de la obra de Bourgeois.
Al igual que la estructura de madera, el pabellón de cristal es también permeable a los elementos. El viento pasa a través de huecos de los paneles de vidrio de color gris carbón, lo que hace que el fuego se avive. Fue uno de últimos proyectos de la artista francesa, que falleció en 2010.
Dos artistas que cabalgan juntos a lomos de la ética y la estética. “Hay una línea, que es mía, y un punto, que es suyo”, apunta Zumthor. “La instalación de Louise, trata más sobre la hoguera y la agresión, mientras que mi instalación habla sobre la vida y las emociones de las víctimas.”