La historia de la fotografía de moda no estaría completa sin varias páginas dedicadas a las hermanas Parker. A la primera de ellas Dorian Leigh, se le considera la primera “top model” . Suzy la segunda, nunca se hubiera convertido en modelo sin Dorian, y las dos han dejado algunas de las fotografías más atractivas de llamada nueva mujer americana.

Por Dorian Leigh
Por Dorian Leigh

Su relación con el mundo fotográfico estaba en sus genes; su padre un hombre de pocas palabras, fue el inventor de un proceso de planchas de impresión fotográficas que le harían millonario. Dorian llego al mundo de la moda con 27 años. Anteriormente había cursado una ingeniería técnica que le llevo a trabajar en la mejora de las alas de los aviones. La Sra. Parker de raíces escocesas, aportó su atractivo físico a sus hijas, además de una libertad de ideas considerable. Educadas en un respeto exquisito, la dedicación al mundo de la moda de Dorian causó un serio disgusto a su padre, que le prohibió usar el apellido Parker. Dotada de inteligencia, lectora voraz y universitaria de éxito fue el modelo para el personaje de “Desayuno con diamantes”.

Suzy nació quince años más tarde. Su padre siempre deseó un niño que tardó en llegar, pero la niña que nació con problemas se convirtió en su pequeña reina. Así ocurrió cuando en un posado de su hermana, llegó al plató y todos quedaron cautivados por ella.

La década de 1940 pertenecían a Dorian que era el epítome de la elegancia y la modelo mejor pagada de su época. Cuando aterrizó en la portada de Harper’s Bazaar en 1944, el resultado fue espectacular. Para entonces ya tenía dos hijos de un amor de la universidad y estaba divorciada. Su éxito fue rápido: brillante. Sus ojos de color azul persa y cejas seductoras en zig-zag, la hacían diferente. Carmen Dell’Orefice, que empezó de modelo a los  a los 13 años un año después de Dorian, comentaba: » Vivien Leigh, Hedy Lamarr, y Dorian Leigh, fueron las más bellas» .

Por Suzy Parker
Por Suzy Parker

Suzy a diferencia de cualquier modelo de moda antes que ella, tenía una personalidad radiante y diferente en todas y cada unas de la sesiones. Llegó en 1950, a París con 17 años bajo el ala de su ya famosa hermana mayor; Dorian Leigh. Hizo que Christian Dior se quedara prendado y terminó por convertirse en musa de Coco Chanel. Todo el mundo estaba enamorado de Suzy. Tanto que en 1953, en la portada de las colecciones francesas de otoño que hizo el fotógrafo John Rawlings, Vogue publicó en su portada: «Colecciones-Suzy Parker». La modelo era más importante que la ropa. Un día que las hermanas fueron a almorzar al entrar en el restaurante, todos los comensales se levantaron y dieron a las hermanas una ovación. Dorian era la más bella, Suzy una sublime estadounidense: un zumbido y una ráfaga de aire fresco.

Por Suzy Parker
Por Suzy Parker

Las Parker siempre tuvieron claro sus preferencias, e incluso cuando Hollywood las llamó nunca les importó el brillo y el glamour, las dos encontraron su mayor felicidad en el amor y sus hijos. Dorian tuvo hijos con sus amantes y esposos. Era parte de su atractivo sexual, en cierto modo. Era una seductora y eso formaba parte de su aura. En 1953, en la portada de una revista, Dorian famosa, proclama: “Prefiero tener un bebé a un abrigo de visón”. Acabada su carrera dio rienda suelta a su otro hobby: la cocina, e incluso tuvo un restaurante a las afueras de París.

Por Suzy Parker
Por Suzy Parker

Se saltaron todas las normas, conocieron la tragedia. Su padre murió en un accidente de coche en el que iba con Suzy, Dorian perdió a su gran amor -y padre de su hijo no reconocido- el Marqués de Portago en una carrera automovilista.

Fueron bellas, cultas, refinadas y libres. Suzy incluso fue fotógrafa, después de recibir clases de Henri Cartier-Bresson. Verdaderamente dos seres especiales y excepcionales. Con su estilo y una sonrisa apenas-esbozada; cercana a la melancolía, interpretaron a un nuevo tipo de mujer americana: activa y reflexiva. La chica que tenía más probabilidades de ser nombrada reina de las fiestas y renunciaba a su corona.

Por Lola Garrido