2016 ha sido un año de cambios para Balenciaga. Después de la salida de Alexander Wang, la maison anunciaba que el pragmático Demna Gvasalia sería el nuevo director creativo. Isabelle Guichot, presidenta y directora ejecutiva de la marca lo expresaba así: «queríamos a alguien con visión, alguien capaz de reorganizar las cosas». Gvasalia, después de entrar a Maison Margiela en 2009, y después de ser el diseñador encargado de las colecciones femeninas de Louis Vuitton bajo el mando de Marc Jacobs, llega a Balenciaga con un bagaje envidiable. El diseñador de origen georgiano tambien es líder de la marca Vêtements, finalista del premio LVMH al talento emergente, lo cual demuestra el gran genio del creador.

Las claves de Balenciaga: nuevos materiales y piezas estructuradas

Para entender una firma tan compleja como ésta, podría hacer falta echar una ojeada a su pasado. Empezando por su fundador, el maestro Cristóbal Balenciaga, que se va a caracterizar, además de por su gran poder de creación, por su discreción. A diferencia de otros modernistas de su época como Coco Chanel o Christian Dior, Balenciaga no busca la fama ni ser un personaje público.

El diseñador siempre ha apostado por el minimalismo. El uso de nuevos materiales y la estructura de sus piezas siempre van a ser las claves de su éxito. Su impacto ha sido y seguirá siendo tal que grandes del diseño como Óscar de la Renta, Givenchy o Ungaro van a reconocer la influencia de Balenciaga in sus propias creaciones. En 1968, el diseñador decide retirarse y cerrar su tienda en París y la década de los 90 se caracteriza por un marcado intento de traer de vuelta la grandiosidad de la marca.

Pero el verdadero renacimiento de Balenciaga tiene lugar con la llegada de Nicolas Ghesquière quién, con solo 24 años, propone revolucionar la firma. El diseñador mantiene el espíritu innovador del maestro, jugando con formas y volúmenes. Sus piezas de la temporada 2008 incluyen las famosas sandalias «gladiadoras», que se convierten en un éxito instantáneo dentro y fuera del mundo fashionista y trendsetter. El diseñador se dedica a renovar de forma radical la imagen de Balenciaga, eso sí, siempre fiel a su legado. Al final de 2012 Ghesquière deja la firma y entra el americano Alexander Wang, que también va a ser artífice de colecciones de gran acogida.

El revulsivo cambio de Demna Gvasalia

Con la llegada de Demna Gvasalia y su primera colección el pasado octubre, nace un nuevo grupo de admiradores de su trabajo. En su colección prêt-à-porter explota la relación entre el color y el material, con un toque de fetichismo, cosa que Cristóbal Balenciaga también exploró en su día. Estampados florales en una colorida paleta, tonos neón, botas-leggings y tops peplum ajustados a la cintura, complementados con abrigos y chaquetas de hombros XXL donde se puede ver la clara misión del diseñador: hacer de las siluetas fuertes y definidas la clave de sus creaciones.

Para la colección resort, el diseñador ha presentado prendas que evocan unas vacaciones en la playa, en algún destino exótico en el norte de África, tal vez. Las gorras, blancas y negras, presentadas en cada uno de los looks y que seguramente se convertirán en el accesorio ‘it’ de la temporada, exhiben orgullosamente el logotipo de la marca al frente. El estampado estrella: las rayas; en tonos dulces como el rojo cereza y el azul claro y en blanco y negro, como no podía faltar. Prendas que se presentan en un sinfín de siluetas, con cortes casi acrobáticos, como las camisas con mangas largas y aberturas a los lados y que seguramente veremos en un sinfín de estilismos entre las más fashionistas.

Lo que está claro, es el innegable talento del diseñador; un talento que tiene en su ADN el sentido de inmediatez de contemporaneidad y modernidad propio de la firma. Un talento que sin duda será vigilado muy de cerca, pero que traerá nuevos aires a una marca tan mítica como lo es Balenciaga.