Islandia es tierra de músicos y de artistas que tienen un carácter tan fuerte como sus paisajes.
Así se entiende que después de la crisis que asoló el país, uno de los edificios planificado por las élites extractivas, grandilocuente y enormemente caro, tuviera que ser asumido en tiempos de casi miseria por un alcalde punk y la sociedad civil. Su éxito se ha reconocido no sólo en el mundo de la arquitectura, sino que forma parte de la activa vida cultural islandesa, siendo motor de su renaciente actividad económica.
La construcción la llevaron a cabo el artista islandés más emblemático Olafur Eliasson, y el arquitecto danés Henning Larsen, y ha sido reconocido con el Premio Mies van der Rohe 2013 de la Unión Europea de Arquitectura Contemporáneo, uno de los más prestigiosos premios de arquitectura en el mundo.
Las ideas iniciales para Harpa se esbozaron antes de la crisis, e iba a ser llamado World Trade Center Reikiavik. El complejo, formaba parte de la visión arrogante de los banqueros del país antes del accidente, e iba a incluir un hotel de 400 habitaciones, apartamentos de lujo, locales comerciales, restaurantes y una nueva sede del patrocinador principal del sitio, el banco islandés Landsbanki .
Superada la fase de las críticas a un proyecto demasiado enorme para la economía islandesa, nadie puede negar que el Harpa se ha convertido en el edificio emblemático y capital del sentir cultural y musical de la ciudad. La obra contiene una cualidad poética, que le ha convertido en el emblema del país que se negó a sacrificar la cultura por la crisis económica.
El cristal poliédrico que Eliasson ha utilizado en la fachada, supuso un complejo proceso de construcción. El artista intencionalmente trató de imitar estructuras matemáticas y geológicas de las columnas de basalto de Islandia, que a modo de ladrillos vidriados reflejan diferentes paletas de colores en los lados norte y sur del edificio. Los colores dentro del edificio cuentan con diferentes tipos de iluminación tanto natural como artificial. De día, los cristales registran todos los cambios de matices de la increíble luz de la isla, al tiempo que ofrece majestuosas vistas del mar, de Reikiavik y del paisaje del volcán. Por la noche se iluminan suavemente con LEDs de colores diferentes .
Los temas naturales se extienden por el interior también, las paredes interiores son de color gris-negro volcánico, y las principales salas, dispuestas alrededor del hall de entrada, forman un macizo montañoso que sube hacia arriba a través de rampas largas y angulares. El arquitecto y el artista han conseguido una estimulante forma de fusionar vanguardia con la naturaleza de la isla.
La fachada del Harpa Concert Hall está hecha de fotogramas individuales de cristal poligonales semejantes a brillantes escamas de peces, y se reflejan el agua y la luz, creando un caleidoscopio de colores luminosos. Aparte de iluminar la bahía, el vidrio permite que penetre la luz natural durante el día cambiando de colores a medida que cambian las estaciones. Por la noche, un sistema de luces LED’s ilumina el interior, dando al edificio un cálido resplandor que se refleja en las oscuras aguas del puerto.
El edificio de 28.000 metros cuadrados diseñado en su interior por Henning Larsen, alberga cuatro salas que representan los elementos. La gran sala de conciertos con 1800 asientos, llamado Eldborg, emula la actividad volcánica de Islandia. Las salas más pequeñas representan la aurora boreal (aire), los cristales de calcita (tierra), y la laguna fría (agua).
La cultura es la base de la existencia, en Islandia lo saben y de ahí que hacer ese centro haya sido su justificación.
Fotografías Alma Alamarán
Por Lola Garrido