Madeleine Vionnet (Francia, 1876-1975) es recordada por su intrépida mente creativa y su impecable sentido de la elegancia, cualidades que establecían el equilibrio perfecto para lograr siempre un resultado sofisticado y magistral.

Fue una pionera en diseño conceptual. Sus modelos los realizaba sobre un pequeño maniquí de madera sin estudios preparatorios. Se inspiraba en las formas geométricas: el cuadrado, el rectángulo y el círculo, que plegaba y fruncía, para crear con ellos texturas y formas.
La llamaban la Euclides de la moda. Su ideal no tenía costuras, ni botones, ni broches… ni había que llevar corsé. Fue una escultora suprema que con la tela llegaba a la forma más pura de arte. Se la considera inventora del corte al bies, hasta entonces utilizado solo en cuellos. Fue también pionera en utilización de tejidos sutiles, como el crespón de seda, la muselina, el terciopelo o el satén.

Vionnet

En 1918, su proveedor creó especialmente para ella un tejido único compuesto por seda y acetato, una de las primeras fibras sintéticas. Era más bien una arquitecta y pintora de la talla de Mondrian o Le Corbusier. Decía inspirarse en el arte griego y clásico, pero iba mucho más allá. Nunca fue moderna, sino contemporánea.

Su trabajo se basa en los cuatro pilares del arte: la proporción, la sección áurea, el movimiento y la simplicidad. Además del uso de colores clásicos como el blanco en todos sus matices.

Vionnet

Una precisión milimétrica dominaba todas sus creaciones realizadas a base de figuras. Unos modelos conseguidos con simplicidad pero que llevaban una compleja estructura. Nada rompía la línea y a menudo evitaba los cierres; el vestido podía colocarse por la cabeza. “Me he aplicado en liberar, para la mujer, el tejido de las trabas que se le imponían. He intentado darle un equilibrio tal que el movimiento no desplazara las líneas, sino que las magnificara”.

Vionnet

De familia modesta, dejó la escuela temprano para aprender el oficio de costurera y después de algunos trabajos en París, a su llegada a Londres con 20 años, asumió la dirección del taller de Kate Reilly, que vestía a la familia real.

Vionnet

A su vuelta a París en 1900 trabajó para la célebre casa de moda Soeurs Callot, reconocida por su refinamiento y convirtiéndose en la ayudante de la directora creativa. “Gracias a ella he podido hacer Rolls Royce. Sin ella hubiese hecho Fords” (Vionnet). En 1906 fue contratada por Jacques Doucet para renovar la imagen de su casa de costura, y Vionnet la revolucionó proponiendo unos vestidos simples que liberaban el cuerpo, concebidos para llevar sin corsé y presentados con las modelos descalzas, que atrajeron especialmente a las actrices del momento.

Vionnet

Más tarde fundó la Maison Vionnet, en 1912, en la que comenzaría a aplicar medidas revolucionarias en la época, asumidas en adelante como conocimientos básicos de costura y perdurando hasta nuestros días. Fue considerada una arquitecta entre las modistas, debido a su dedicación y al estudio del corte y la silueta. Madeleine Vionnet se vería obligada a cerrar su casa dos años después con el comienzo de la Primera Guerra Mundial, reabriendo una vez acabada, en 1918.

Vionnet

Está considerada como una de las grandes defensoras de la liberación de la silueta femenina, adaptando las telas al cuerpo y dándole un vuelco con el corte al bies, creando hermosos drapeados que hasta hoy nadie ha conseguido superar. Su vestido de noche color marfil (1935) se considera una obra maestra, cuya caída perfecta se debe a una única costura, lo que para su creadora constituía el objetivo más elevado.
Además, adaptó a la silueta femenina las prendas de sastrería masculina, firme defensora de que los vestidos debían dejar traslucir la personalidad de quien los portara.

Vionnet

No solo fue revolucionaria en la costura sino que fue una empresaria que impuso que sus trabajadores disfrutaran de unas condiciones insólitas. Enfermería, formación, vacaciones pagadas, estancias al aire libre, permisos de maternidad y un taller en el que todo estaba dispuesto para realizar el trabajo en condiciones óptimas: luz natural y sillas en lugar de los tradicionales taburetes.

Vionnet

Sus empleadas la llamaban la Grande Patronne con razón. Y es que una mente inteligente es una mente buena. Porque distingue el bien del mal. Los listos a menudo pasan por inteligentes sin serlo. Murió a los 99 años.

Vionnet

 

Por Lola Garrido